noviembre 14, 2012

Credulidad y biología

Martín Bonfil Olivera (@martinbonfil65)
mbonfil@unam.mx
La ciencia por gusto
lacienciaporgusto.blogspot.com
Milenio

¿Por qué somos tan crédulos? En el reciente Coloquio Mexicano de Ateísmo el orador estrella, Michael Shermer, gran promotor del escepticismo (que combate seudociencias y supercherías) presentó sus ideas al respecto.

Shermer parte del hecho bien conocido de que el cerebro humano es una máquina de detectar patrones. En un mundo donde la supervivencia depende de la adaptación al medio, detectar regularidades que presenta la naturaleza es una gran ventaja. La sucesión día/noche, las estaciones del año, relacionar ciertos colores o texturas con frutos nutritivos o venenosos, todo ayuda a sobrevivir.

El problema es que a veces este mecanismo da “falsos positivos”, y entonces comenzamos a ver formas en las nubes, rostros en los objetos o vírgenes en las manchas de una pared. Esta pareidolia tiene sentido evolutivo: más vale equivocarse porque creímos ver un posible depredador que ser sorprendidos porque no lo detectamos.

Pero los humanos vamos más allá y tendemos, naturalmente, a atribuir significado a los patrones que detectamos. Entonces, sin pruebas suficientes, damos por hecho que un patrón (real o no) es una explicación para algo. Esta “patronicidad”, dice Shermer, está relacionada con la creatividad científica: los genios brincan a explicaciones penetrantes antes que sus colegas, pero un exceso puede llevar a errores y hasta alucinaciones.

Nuestro cerebro tiende a creer. Cuando comenzamos a atribuir intenciones a las cosas, a pensar que hay un agente detrás de ellas (“agenticidad”), simplemente llevamos el proceso un paso más allá. Comenzamos a ver planes, propósitos, detrás de las cosas (“todo ocurre por algo”), o conspiraciones, y pensamos que son reales. A veces los son. Otras no: más falsos positivos. El camino, concluye Shermer, nos ha llevado, de manera natural, al animismo y la religión.

La ciencia es un refinamiento del sentido común: ha desarrollado herramientas que nos permiten aprovechar la capacidad del cerebro para hallar patrones, pero también mantenerla bajo control, sometiéndola al riguroso escrutinio de la contrastación. No basta con que algo parezca ser así: hay que comprobarlo. He ahí la esencia del método científico.

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