noviembre 01, 2012

El alcohol y nuestra relación con la legalidad

Carlos Puig (@puigcarlos)
masalla@gmail.com
Duda razonable
Milenio

Después de vivir largo tiempo en Estados Unidos regresé a México cuando mis hijos iniciaban su adolescencia.

Lo primero que les sorprendió es que a cada fiesta que los invitaban se servía alcohol a jóvenes de 14 o 15 años sin ningún rubor, con el permiso de los adultos. Venían de crecer en un país en que esa misma acción podría haber puesto en la cárcel a padres de familia y hubiera merecido la acción de alguna oficina de atención a la infancia.

La ley aquí es ambigua. Los menores de 18 años no pueden comprar alcohol y no pueden entrar a bares, cantinas o discotecas donde se expende alcohol; en la misma lógica, no podrían tomarse una cerveza en un restaurante, pero en realidad no está castigado el consumo, sino la venta. Creo que el espíritu de la ley pretende que los menores de 18 no deben consumir alcohol. El consenso de la ciencia es claro: el cerebro se termina de desarrollar a los 21 años y el alcohol en exceso —que es como casi siempre lo toman los adolescentes por las compulsiones propias de la edad—afecta ese desarrollo.

Cuando algún día —recién llegado— se me ocurrió cuestionar frente a otros padres la permisividad con que dejábamos beber a nuestros hijos de 14, 15 y 16 años, me dieron de palos verbales. “Pro gringo”, “qué tanto es tantito”, “no seas mamón”, “a poco tú no chupabas”, “así van aprendiendo”. Que yo prohibiera a mis hijos menores de 18 beber alcohol, era como darle una sentencia de muerte a su vida social, condenándolos a no tener amigos, según fui informado. El argumento de la ley generaba algo de risa.

El alcohol al momento de manejar es la causa número uno de muerte de adolescentes en el país. Y ahora, el dato más alarmante de la Encuesta Nacional de Adicciones es el serio aumento en el consumo de alcohol en menores de 18 años—de hecho el consumo de alcohol “en exceso” aumentó de manera preocupante en todas las edades.

Cito: “En la población adolescente, se encontró que el consumo de alcohol aumentó significativamente en las tres prevalencias. De tal manera que el consumo alguna vez pasó de 35.6% a 42.9%, en el último año de 25.7% a 30.0% y en el último mes de 7.1% a 14.5%. Esta misma tendencia se observó en los hombres y en las mujeres, especialmente en el consumo del último mes ya que se incrementó en el caso de ellos de 11.5% a 17.4% y en ellas de 2.7% a 11.6%”.

Hace unos días, Causa en Común de María Elena Morera publicó un devastador reporte sobre el incumplimiento del gobierno federal del Acuerdo sobre la Seguridad la Justicia y Legalidad.

Hablando con ella me decía que el otro gran fracaso del acuerdo del 2008 es el del compromiso ciudadano de construir una cultura de legalidad. Los ciudadanos también han fracasado. Creer que nuestras “pequeñas” infracciones no tienen que ver con nuestros grandes dramas; me parece parte de nuestro problema.

No hay comentarios.: