diciembre 06, 2012

Otro pacto

Macario Schettino (@macariomx)
schettino@eluniversal.com.mx
Profesor de Humanidades del ITESM-CCM
El Universal

Pues el domingo mismo, al otro día de tomar posesión, el presidente Enrique Peña Nieto firmó con los presidentes de los tres partidos principales un documento llamado Pacto por México

A éste me refiero ahora como otro pacto por la gran cantidad de estos acuerdos iniciados a mediados de los ochenta en nuestro país y que después fueron perdiendo presencia.

Sin embargo, el pacto de este domingo es más cercano al inicial que a la multitud que después continuó, en el sentido de representar un acuerdo al más alto nivel. Para todos los jóvenes que no supieron de aquél Pacto de Solidaridad Económica, o para quienes no son tan jóvenes, pero ya se les olvidó, les comento que se trató de un acuerdo entre lo que entonces se llamaba las “fuerzas vivas” para enfrentar el flagelo de la inflación. Fue un acuerdo muy exitoso, que permitió reducir la inflación rápido y con costos muy bajos. Me parece, todavía, que se trató del mejor programa antinflacionario en la historia reciente del mundo.

Pero ese pacto tuvo como signatarios al presidente de la República rodeado de los dirigentes obreros, empresariales y campesinos. No había partidos políticos, porque no existían como fuerzas reales. Hubo presencia de legisladores, y en ese sentido de partidos, pero era todavía el viejo régimen, y ahí la oposición era inexistente. Vea usted la diferencia son el pacto actual, en donde lo que hubo fueron partidos, no líderes sociales, ni nada parecido. Y he escuchado críticas por ello, pero me parece que no tienen mucho sustento. En una democracia representativa, como la nuestra, los partidos políticos son el instrumento de mediación entre sociedad y gobierno, y en ese papel estuvieron los tres principales partidos, que representan más de 90% de las Cámaras a nivel federal, y me imagino que un porcentaje similar en los Congresos locales. Y el único gobernador que no es miembro de estos partidos es el de Chiapas. El pacto, pues, tiene el respaldo mayoritario, mucho más que mayoritario, de la clase política.

El pacto tiene cinco grandes temas, que a su interior tienen diversos incisos y que suman, al final, 95 compromisos, un poco en el estilo que gusta al ahora presidente desde que fue candidato al gobierno del Estado de México. Asuntos más o menos claros y concisos que pueden medirse. No en todos los casos, pero en general así es.

De los cinco temas, el segundo es específicamente económico, y es el que analizaremos a continuación. El primero es sobre desarrollo social, y también lo comentaremos en este espacio la próxima semana, mientras que los otros tres: seguridad, corrupción y Distrito Federal, espero que podamos comentarlos poco después.

En el segundo apartado, le decía, se ataca el tema del crecimiento económico, empleo y competitividad. Así es su título, y consta de once incisos que van de (1) promover la competencia a (11) realizar una reforma hacendaria, pasando por (2) garantizar acceso a telecomunicaciones, (3) ciencia y tecnología, (4) desarrollo sustentable, (5) reforma energética, (6) minería, (7) banca y crédito, (8) campo, (9) Sur-Sureste y (10) deuda de los estados.

El puro listado es interesante porque es una mezcla de lo viejo y algo de lo nuevo. El campo, la banca, el sureste, que llevan apareciendo varias décadas en los planes de desarrollo, junto con competencia, telecomunicaciones y las reformas energética y hacendaria, que son temas de los últimos tres lustros. Pero a la hora de ver el detalle, es lo nuevo lo que se lleva la mayor parte de espacio (y de compromisos y detalles, por cierto).

En competencia, la idea es fortalecer a la Comisión Federal de Competencia, pero también crear tribunales especializados, tanto en este tema como en telecomunicaciones (algo en lo que hemos insistido mucho en esta columna). En telecomunicaciones, siete apartados: acceso a banda ancha, fortalecimiento de Cofetel, red troncal de telecomunicaciones, agenda digital, competencia en radio y televisión, y también en telefonía y datos y, por si hubiera duda, más sobre competencia en esos cuatro puntos.

En lo energético, otra vez siete incisos: los hidrocarburos seguirán siendo propiedad de la Nación, y Pemex empresa pública. Pero, y aquí viene lo interesante, se propone que haya mucho más exploración y producción, pero también competencia en refinación, petroquímica y transporte. A Pemex se le otorga además carácter de promotor de proveedores y frente al cambio climático, y se afirma que se fortalecerá la Comisión Nacional de Hidrocarburos. Esta columna vuelve a insistir en que Pemex no tiene remedio, y que la idea de tener competencia es excelente, pero debemos hacerlo desde exploración y producción, para efectivamente multiplicarlos, y no a partir de refinación. Pero un acuerdo de la mayoría de las fuerzas políticas en esta dirección suena bien, y no hay que menospreciar.

Finalmente, la reforma hacendaria, que tiene cinco puntos a su interior: eficiencia recaudatoria, fortalecimiento del federalismo, eficiencia en gasto y transparencia, fortalecimiento financiero del Estado, y una revisión integral a subsidios y regímenes especiales. De todo eso, sólo el último punto tiene sentido, lo demás es lo mismo que recitan año tras año. Pero ese último punto es de la mayor importancia: eliminar el subsidio a combustibles y los regímenes especiales puede dar hasta 500 mil millones de pesos adicionales al gobierno, que es poco menos de 20% de su gasto actual. No es poco.

Ya no pude entrar en los detalles de los otros temas, que como le decía, vienen en todos los planes y programas desde Álvaro Obregón, y nunca se avanza mucho. Pero, la verdad, creo que no tienen mucha importancia frente a estos que acabamos de comentar. En cualquier caso, en cuanto pueda (porque además, ya viene el presupuesto) le comento al respecto. Mientras, en esta mezcla de pasado y futuro, insisto en que tener el apoyo mayoritario de los políticos debe ser causa de optimismo. Todavía moderado, pero optimismo, sin duda.

No hay comentarios.: