febrero 06, 2012
Es “gallina”
Adrian Trejo (@adriantrejo)
atrejo@callemexico.com
Calle Mexico
Poco antes de las 18:00 horas, de la oficina de Josefina Vázquez Mota salió la instrucción a todos los coordinadores estatales: ninguna impugnación, ningún reclamo.
Quienes estuvieron cerca de la candidata presidencial del PAN, informaron que antes de la llamada a los coordinadores estatales de la su campaña, Vázquez Mota recibió una llamada del presidente Felipe Calderón quien le felicitó. Así de sencillo y así de complejo.
Luego de ambas llamadas y con las cifras propias que confirmaban su victoria, Vázquez Mota instruyó a sus operadores para comenzar de inmediato una “operación cicatriz”, que se sabe contará con la participación del Comité Nacional del PAN y el apoyo de Los Pinos.
Al final de cuentas, la accidentada elección interna del PAN terminó por validar la ventaja que desde meses atrás tuvo Vázquez Mota sobre cualquiera de los siete precandidatos iniciales y posteriormente sobre los finalistas, Ernesto Cordero y Santiago Creel Miranda.
A las 18:19 horas, Cordero envió un sombrío twitt en el que, al contrario de los últimos días, en los que se hacía patente su optimismo, simplemente comentó: “gracias por participar en este proceso, hemos demostrado que #AN es un partido fuerte y democrático”.
Una hora y media después no había otro twitt del ex secretario de Hacienda.
Lo natural es que, una vez confirmado el triunfo de Josefina, que sería 2 a 1, Cordero y Creel se sumen a la campaña presidencial, pero ello dependerá de la efectividad de la operación cicatriz y de los premios de consolación que se repartirán no solo los contendientes sino sus respectivos equipos.
Por lo pronto, ayer comenzó a circular en Twitter el mensaje: “¡Nuestro gallo es gallina y se llama Josefina!”.
>Los resultados completos de la elección interna del PAN, que se conocerán oficialmente hoy, arrojarán los nombres de los candidatos del blanquiazul a las gubernaturas de Jalisco, Yucatán y Guanajuato.
Por supuesto que le elección del candidato presidencial acaparó la atención, pero no son menos importantes las decisiones que los panistas tomen en esos estados, el primero con amplias posibilidades de perderlo, de acuerdo con las encuestas de por lo menos el último año.
Ni que decir de Guanajuato, que sigue siendo uno de los bastiones importantes del panismo pero que la división entre los aspirantes podría cobrarles factura en julio próximo, aún con la visita del Papa.
>Mañana martes serán dadas a conocer las listas de candidatos a diputados por el PRI; es el último día, de acuerdo con la convocatoria, para registrarse.
Durante el fin de semana los aspirantes se registraron en sus respectivos estados y mañana los listados se entregarán al Comité Nacional del partido.
Se espera que en las listas se apunten los priístas de peso, pero será en la plurinominales pues como están las cosas no quieren correr el riesgo de concursar en una elección con alto porcentaje de posibilidades de perder.
atrejo@callemexico.com
Calle Mexico

Quienes estuvieron cerca de la candidata presidencial del PAN, informaron que antes de la llamada a los coordinadores estatales de la su campaña, Vázquez Mota recibió una llamada del presidente Felipe Calderón quien le felicitó. Así de sencillo y así de complejo.
Luego de ambas llamadas y con las cifras propias que confirmaban su victoria, Vázquez Mota instruyó a sus operadores para comenzar de inmediato una “operación cicatriz”, que se sabe contará con la participación del Comité Nacional del PAN y el apoyo de Los Pinos.
Al final de cuentas, la accidentada elección interna del PAN terminó por validar la ventaja que desde meses atrás tuvo Vázquez Mota sobre cualquiera de los siete precandidatos iniciales y posteriormente sobre los finalistas, Ernesto Cordero y Santiago Creel Miranda.
A las 18:19 horas, Cordero envió un sombrío twitt en el que, al contrario de los últimos días, en los que se hacía patente su optimismo, simplemente comentó: “gracias por participar en este proceso, hemos demostrado que #AN es un partido fuerte y democrático”.
Una hora y media después no había otro twitt del ex secretario de Hacienda.
Lo natural es que, una vez confirmado el triunfo de Josefina, que sería 2 a 1, Cordero y Creel se sumen a la campaña presidencial, pero ello dependerá de la efectividad de la operación cicatriz y de los premios de consolación que se repartirán no solo los contendientes sino sus respectivos equipos.
Por lo pronto, ayer comenzó a circular en Twitter el mensaje: “¡Nuestro gallo es gallina y se llama Josefina!”.
>Los resultados completos de la elección interna del PAN, que se conocerán oficialmente hoy, arrojarán los nombres de los candidatos del blanquiazul a las gubernaturas de Jalisco, Yucatán y Guanajuato.
Por supuesto que le elección del candidato presidencial acaparó la atención, pero no son menos importantes las decisiones que los panistas tomen en esos estados, el primero con amplias posibilidades de perderlo, de acuerdo con las encuestas de por lo menos el último año.
Ni que decir de Guanajuato, que sigue siendo uno de los bastiones importantes del panismo pero que la división entre los aspirantes podría cobrarles factura en julio próximo, aún con la visita del Papa.
>Mañana martes serán dadas a conocer las listas de candidatos a diputados por el PRI; es el último día, de acuerdo con la convocatoria, para registrarse.
Durante el fin de semana los aspirantes se registraron en sus respectivos estados y mañana los listados se entregarán al Comité Nacional del partido.
Se espera que en las listas se apunten los priístas de peso, pero será en la plurinominales pues como están las cosas no quieren correr el riesgo de concursar en una elección con alto porcentaje de posibilidades de perder.
¿General(a) de cinco estrellas?
Ricardo Raphael (@ricardomraphael)
Analista Político
El Universal
Rosario Ibarra de Piedra, Cecilia Soto y Patricia Mercado ondearon antes la bandera femenina en una elección presidencial, sin embargo, las tres lo hicieron desde un partido desprovisto de condiciones para lograr su triunfo. La candidatura de Josefina Vázquez Mota se diferencia de sus antecesoras porque la respalda el PAN, una de las tres grandes fuerzas políticas en el país.
Por primera vez en la historia electoral mexicana se hace creíble que una mujer pueda llegar a ocupar la jefatura del Estado mexicano. Aun si saliera derrotada en las urnas, el papel que jugará Vázquez Mota no será testimonial. Ahí está la novedad.
La pregunta que por lo bajo hacen algunos sobre si México está listo para ser gobernado por una mujer trae flojas las cuerdas. Con suerte esta contienda resolverá las taras a uno que otro despistado.
Para hacer explícita la incredulidad más común vale formularse este cuestionamiento: ¿imagina a Vázquez Mota portando una gorra militar adornada con cinco estrellas? O aún más interesante: si usted fuera general de división, ¿cómo se comportaría ante las órdenes de un jefe de las Fuerzas Armadas mujer?
Tengo para mí que en México no todos los hombres responderíamos a estas interrogantes de manera similar. Los he oído rechazar la opción de Vázquez Mota, unos por machismo, otros por misoginia y a la gran mayoría por falta de imaginación. Lo más curioso es que este talante no es exclusivo de los varones, entre las mujeres también suele correr el mal síntoma de la discriminación.
Lo sucedido ayer en la contienda interna del PAN colocará sin duda una página nueva en la historia de la cultura política mexicana: por lo pronto forzará a los más retrógradas para que visualicen en su pequeña cabecita a una generala de cinco estrellas, es decir, a una mujer que por la investidura portada, y no por su sexo, podría lograr que un ejército mayoritariamente masculino le obedezca con lealtad.
No sobra decir que, en una sociedad donde mujeres y hombres obtienen igual respeto de las Fuerzas Armadas, solo puede esperarse que lo mismo suceda en todos los demás ámbitos de lo público y lo privado.
Con todo, en ninguna democracia ha sido sencillo que las mujeres ganen votos suficientes como para hacerse del asiento más elevado en el Estado; de hecho, es una moda relativamente reciente en la tradición democrática. En América Latina uno de los casos emblemáticos es el de Michelle Bachelet, mujer que llegó a la presidencia de Chile, entre otras razones, porque previamente fue ministra de defensa.
En cambio, en el proceso electoral estadounidense de hace cuatro años uno de los argumentos que los adversarios de Hilary Clinton usaron infundadamente contra la precandidata demócrata fue el de su insolvencia para conducir al Ejército más poderoso del mundo. Al mismo tiempo, a través de las pantallas de televisión se transmitió una serie —Commander in chief— donde tal dilema obtuvo un rol importante.
Del otro lado del Atlántico, en 2007 la batalla entre Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal estuvo marcada por similar impertinencia. Durante aquella campaña francesa los conservadores se encargaron de mostrar cuanta debilidad, real o supuesta, pudieron descubrir en la figura de la señora Royal: ¿tendría la candidata socialista el carácter necesario para hacerse obedecer por una de las cinco naciones con mayor capacidad nuclear del planeta?
Hoy sería ridículo en países como Alemania o Inglaterra sostener un debate parecido; lo mismo en la India, en Israel, en Argentina o en Nicaragua. Donde las mujeres ya gobernaron al más alto nivel resulta ocioso preguntarse si ellas cuentan con la estructura genética para imponerse sobre los varones. Acaso más relevante es que donde ellas ya han gobernado las instituciones terminaron probándose superiores al viejo y sobrevalorado vaivén de la testosterona, y por tanto el valor de la igualdad entre los sexos obtuvo una victoria irreversible.
Cabe aclarar que no es necesario ver como ganadora a Josefina Vázquez Mota en las próximas elecciones de julio para que esta mutación cultural pueda llegar a buen puerto en nuestro país; el solo hecho de mirarla candidata oficial del PAN obra ya para que tal evento haya comenzado a producirse.
Analista Político
El Universal

Por primera vez en la historia electoral mexicana se hace creíble que una mujer pueda llegar a ocupar la jefatura del Estado mexicano. Aun si saliera derrotada en las urnas, el papel que jugará Vázquez Mota no será testimonial. Ahí está la novedad.
La pregunta que por lo bajo hacen algunos sobre si México está listo para ser gobernado por una mujer trae flojas las cuerdas. Con suerte esta contienda resolverá las taras a uno que otro despistado.
Para hacer explícita la incredulidad más común vale formularse este cuestionamiento: ¿imagina a Vázquez Mota portando una gorra militar adornada con cinco estrellas? O aún más interesante: si usted fuera general de división, ¿cómo se comportaría ante las órdenes de un jefe de las Fuerzas Armadas mujer?
Tengo para mí que en México no todos los hombres responderíamos a estas interrogantes de manera similar. Los he oído rechazar la opción de Vázquez Mota, unos por machismo, otros por misoginia y a la gran mayoría por falta de imaginación. Lo más curioso es que este talante no es exclusivo de los varones, entre las mujeres también suele correr el mal síntoma de la discriminación.
Lo sucedido ayer en la contienda interna del PAN colocará sin duda una página nueva en la historia de la cultura política mexicana: por lo pronto forzará a los más retrógradas para que visualicen en su pequeña cabecita a una generala de cinco estrellas, es decir, a una mujer que por la investidura portada, y no por su sexo, podría lograr que un ejército mayoritariamente masculino le obedezca con lealtad.
No sobra decir que, en una sociedad donde mujeres y hombres obtienen igual respeto de las Fuerzas Armadas, solo puede esperarse que lo mismo suceda en todos los demás ámbitos de lo público y lo privado.
Con todo, en ninguna democracia ha sido sencillo que las mujeres ganen votos suficientes como para hacerse del asiento más elevado en el Estado; de hecho, es una moda relativamente reciente en la tradición democrática. En América Latina uno de los casos emblemáticos es el de Michelle Bachelet, mujer que llegó a la presidencia de Chile, entre otras razones, porque previamente fue ministra de defensa.
En cambio, en el proceso electoral estadounidense de hace cuatro años uno de los argumentos que los adversarios de Hilary Clinton usaron infundadamente contra la precandidata demócrata fue el de su insolvencia para conducir al Ejército más poderoso del mundo. Al mismo tiempo, a través de las pantallas de televisión se transmitió una serie —Commander in chief— donde tal dilema obtuvo un rol importante.
Del otro lado del Atlántico, en 2007 la batalla entre Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal estuvo marcada por similar impertinencia. Durante aquella campaña francesa los conservadores se encargaron de mostrar cuanta debilidad, real o supuesta, pudieron descubrir en la figura de la señora Royal: ¿tendría la candidata socialista el carácter necesario para hacerse obedecer por una de las cinco naciones con mayor capacidad nuclear del planeta?
Hoy sería ridículo en países como Alemania o Inglaterra sostener un debate parecido; lo mismo en la India, en Israel, en Argentina o en Nicaragua. Donde las mujeres ya gobernaron al más alto nivel resulta ocioso preguntarse si ellas cuentan con la estructura genética para imponerse sobre los varones. Acaso más relevante es que donde ellas ya han gobernado las instituciones terminaron probándose superiores al viejo y sobrevalorado vaivén de la testosterona, y por tanto el valor de la igualdad entre los sexos obtuvo una victoria irreversible.
Cabe aclarar que no es necesario ver como ganadora a Josefina Vázquez Mota en las próximas elecciones de julio para que esta mutación cultural pueda llegar a buen puerto en nuestro país; el solo hecho de mirarla candidata oficial del PAN obra ya para que tal evento haya comenzado a producirse.
Josefina: libre de ataduras
Germán Martínez Cázares
El Universal
Voté ayer en la contienda interna del PAN, voté por Josefina Vázquez Mota.
¿Por qué por Josefina? Por una razón demostrada claramente en la precampaña: no entiende gobernar como sinónimo de "saber", sino como tarea de "convocar".
Vázquez Mota no dijo -desde esa Presidencia personalista mexicana que se niega a morir- "yo" arreglo los problemas del país; entiende al gobierno como responsabilidad de "todos", por eso insistió en llamar a los ciudadanos, no simplemente a los panistas.
No aspiró a ser capitana de ninguna embarcación, sino a animar y entusiasmar a la participación cívica y social, no sólo del panismo, sino a toda la sociedad, para resolver nuestro problemas. Ése fue su acierto.
Josefina tuvo el enorme tino de hablarle a todos los ciudadanos desde la precandidatura panista, mientras otros insistían en practicar la endogamia política o reclamarle tener pocos panistas en sus responsabilidades de gobierno. Vázquez Mota comprendió que la militancia panista no está aislada de la sociedad. Los panistas no son ermitaños ausentes de la realidad, eso es lo que decían las encuestas, y eso dijeron las urnas.
Frente al candidato izquierdista, ahora socio de Martín Esparza para resucitar al costoso sindicato de electricistas, y al candidato priista con cara nueva y manías viejas, existen muchos electores dispuestos a revalidar la esperanza en los gobiernos del PAN, pero justamente esas personas son las que no tienen credencial del PAN. No votaron ayer, pero pesaron en el resultado. Y a esas personas Josefina también les habló, y se convirtieron en sus aliados.
Por esa razón, porque las elecciones primarias panistas fueron un ejercicio interno y no íntimo, ni mucho menos secreto, el proceso debió ser intachable. ¿Tuvo el PAN un proceso electoral limpio? Creo que pudo haber sido mejor.
El proceso electoral panista quedó a deber compromisos más claros con propuestas liberales y concretas. Flexibilizar nuestros debates internos, agilizar la apertura a la sociedad en la participación interna, desburocratizar el desempeño partidista.
Sin embargo, el proceso tuvo dos graves pecados que no pueden pasarse por alto. Uno es el espionaje telefónico. ¿Con qué autoridad moral los panistas en la campaña venidera vamos denunciar el espionaje de afuera, cuando lo toleramos adentro? ¿No fueron los de adentro? Que lo aclare la Procuraduría de la República, delito sí hubo. Es muy importante deslindar la responsabilidad penal en el uso de ese instrumento que el Estado usa legítimamente, y con autorización judicial, para combatir a la delincuencia. El espionaje ilegal no puede manchar la lucha del presidente Calderón contra el crimen.
El otro tema no es menor, es la promoción del clientelismo electoral. Prometer o entregar víveres o empleos a cambio de un votos, como señalan las notas del periódico al informar de las denuncias de uno y otro precandidatos, es prostitución electoral. El PAN no debe claudicar ante el avance del reino de la "cultura de la despensa".
Voté en la casilla de la delegación Álvaro Obregón, testigo mudo de ese ejercicio democrático fue el monumento a Manuel Clouthier del Rincón. Josefina ganó ampliamente en esa casilla.
Al cruzar mi voto y depositarlo en la urna, no pude dejar de recordar la Convención Nacional panista de 1988, en la que los panistas hicimos nuestro abanderado presidencial, precisamente, al querido sinaloense Manuel Clouthier.
Quienes entonces apoyaron a Jesús González Schmall advertían a los que querían a Clouthier del riesgo en el que estaban metiendo al partido al llevar a un "empresario" (en tono peyorativo), gritaban que se acabaría todo con un hombre sin fondo, sin ideas, sin doctrina, "puro oropel y sólo entusiasmo". Lo mismo escuché ahora de la señora Josefina Vázquez Mota.
Ella, por decisión panista, toma la estafeta de Clouthier, Diego Fernández, Vicente Fox y Felipe Calderón. Ganó, arrasó como entonces Maquío Clouthier, por apostar por el ciudadano. Ese triunfo y esa manera de ganar la presenta a la contienda presidencial, libre de ataduras.
El Universal

¿Por qué por Josefina? Por una razón demostrada claramente en la precampaña: no entiende gobernar como sinónimo de "saber", sino como tarea de "convocar".
Vázquez Mota no dijo -desde esa Presidencia personalista mexicana que se niega a morir- "yo" arreglo los problemas del país; entiende al gobierno como responsabilidad de "todos", por eso insistió en llamar a los ciudadanos, no simplemente a los panistas.
No aspiró a ser capitana de ninguna embarcación, sino a animar y entusiasmar a la participación cívica y social, no sólo del panismo, sino a toda la sociedad, para resolver nuestro problemas. Ése fue su acierto.
Josefina tuvo el enorme tino de hablarle a todos los ciudadanos desde la precandidatura panista, mientras otros insistían en practicar la endogamia política o reclamarle tener pocos panistas en sus responsabilidades de gobierno. Vázquez Mota comprendió que la militancia panista no está aislada de la sociedad. Los panistas no son ermitaños ausentes de la realidad, eso es lo que decían las encuestas, y eso dijeron las urnas.
Frente al candidato izquierdista, ahora socio de Martín Esparza para resucitar al costoso sindicato de electricistas, y al candidato priista con cara nueva y manías viejas, existen muchos electores dispuestos a revalidar la esperanza en los gobiernos del PAN, pero justamente esas personas son las que no tienen credencial del PAN. No votaron ayer, pero pesaron en el resultado. Y a esas personas Josefina también les habló, y se convirtieron en sus aliados.
Por esa razón, porque las elecciones primarias panistas fueron un ejercicio interno y no íntimo, ni mucho menos secreto, el proceso debió ser intachable. ¿Tuvo el PAN un proceso electoral limpio? Creo que pudo haber sido mejor.
El proceso electoral panista quedó a deber compromisos más claros con propuestas liberales y concretas. Flexibilizar nuestros debates internos, agilizar la apertura a la sociedad en la participación interna, desburocratizar el desempeño partidista.
Sin embargo, el proceso tuvo dos graves pecados que no pueden pasarse por alto. Uno es el espionaje telefónico. ¿Con qué autoridad moral los panistas en la campaña venidera vamos denunciar el espionaje de afuera, cuando lo toleramos adentro? ¿No fueron los de adentro? Que lo aclare la Procuraduría de la República, delito sí hubo. Es muy importante deslindar la responsabilidad penal en el uso de ese instrumento que el Estado usa legítimamente, y con autorización judicial, para combatir a la delincuencia. El espionaje ilegal no puede manchar la lucha del presidente Calderón contra el crimen.
El otro tema no es menor, es la promoción del clientelismo electoral. Prometer o entregar víveres o empleos a cambio de un votos, como señalan las notas del periódico al informar de las denuncias de uno y otro precandidatos, es prostitución electoral. El PAN no debe claudicar ante el avance del reino de la "cultura de la despensa".
Voté en la casilla de la delegación Álvaro Obregón, testigo mudo de ese ejercicio democrático fue el monumento a Manuel Clouthier del Rincón. Josefina ganó ampliamente en esa casilla.
Al cruzar mi voto y depositarlo en la urna, no pude dejar de recordar la Convención Nacional panista de 1988, en la que los panistas hicimos nuestro abanderado presidencial, precisamente, al querido sinaloense Manuel Clouthier.
Quienes entonces apoyaron a Jesús González Schmall advertían a los que querían a Clouthier del riesgo en el que estaban metiendo al partido al llevar a un "empresario" (en tono peyorativo), gritaban que se acabaría todo con un hombre sin fondo, sin ideas, sin doctrina, "puro oropel y sólo entusiasmo". Lo mismo escuché ahora de la señora Josefina Vázquez Mota.
Ella, por decisión panista, toma la estafeta de Clouthier, Diego Fernández, Vicente Fox y Felipe Calderón. Ganó, arrasó como entonces Maquío Clouthier, por apostar por el ciudadano. Ese triunfo y esa manera de ganar la presenta a la contienda presidencial, libre de ataduras.
Josefina, ¡a ganar!
Cecilia Soto (@ceciliasotog)
ceciliasotog@gmail.com
Analista política
Excélsior
La batalla iniciada desde 1982, cuando el nombre de una mujer, Rosario Ibarra de Piedra, apareció en las boletas como candidata a la Presidencia de la República postulada por el diminuto pero vanguardista Partido Revolucionario de los Trabajadores, rinde hoy frutos porque por fin una mujer será la candidata presidencial de uno de los tres partidos más importantes del país y, de hecho, de uno de los dos únicos partidos que han llegado a Los Pinos.
No era un simple “techo de cristal” lo que impedía la llegada de las mujeres a las candidaturas de mayor sustancia y relevancia. Era algo más fuerte que el acero, más resistente que la pared de concreto reforzado de una central nuclear, algo que nos tardamos 30 largos años en agrietar y debilitar: la cultura de que las grandes decisiones pertenecen a los hombres, el hábito mental de imaginarlos sólo a ellos decidiendo qué y cómo, el reflejo condicionado de pensar en los conocidos, los amigos, los cercanos, los de confianza para los puestos de importancia. El hábito, la costumbre, el reflejo, la cultura milenaria, centenaria, de ayer, de hoy, del hombre como el centro del ejercicio del poder. Señores, este es el principio del adiós a ese monopolio casi perfecto en Los Pinos y en las grandes candidaturas.
En la victoria de Josefina se prueba lo correcto de la hoja de ruta seguida por el movimiento de mujeres, una vez que la IV Conferencia Internacional sobre las Mujeres, en 1995 en Beijing, estableció un programa visionario con objetivos sociales y políticos para el mundo entero. En México, se buscó implementar este programa, primero con la creación de un mecanismo gubernamental como el Instituto Nacional de las Mujeres. Segundo, con la armonización en leyes y códigos nacionales con los compromisos internacionales firmados por México, tarea gigantesca todavía sin terminar.
Con la victoria de Josefina ha probado su bondad la política de cuotas, recomendada por la IV Conferencia, que tanto trabajo nos costó aceptar a quienes llegamos a la política por una ruta diferente al feminismo, herramienta que permitió y permite abrir cauces a las candidaturas de mujeres ante el anquilosado andamiaje masculino de los partidos políticos. Esta estrategia rompe inercias y posiciona en el imaginario popular, a las mujeres con altas responsabilidades como algo cotidiano.
La política de cuotas se ha convertido en una referencia inevitable que se ha extendido fuera de la esfera pública hasta la empresa privada: obliga a los presidentes a incluir a mujeres en su gabinete, generalmente en puestos “suaves” como la Secretaría de Turismo o cuestiona a Facebook por no tener a ninguna mujer en su consejo corporativo. Aunque las leyes electorales obligan por igual a los partidos a cumplir estas cuotas, se debe reconocer que Acción Nacional, que en muchos otros temas relativos a la mujer ha sido muy conservador, ha sido el más consistente y el único partido que no ha tenido escándalos de “juanitas”.
Josefina Vázquez Mota ha ganado en buena lid, una candidatura competida y difícil. A diferencia de la candidatura de Dilma Rousseff en Brasil, su candidatura no es el resultado del carisma de un Lula, muy por el contrario. Tampoco es una candidatura heredada familiarmente, como en el caso de Cristina Kirchner y de muchas otras mandatarias. Fue una candidatura cuesta arriba, lo que representa un excelente entrenamiento para lo que sigue. Josefina es una mujer tenaz que se trazó desde hace algunos años el objetivo de esta candidatura y no se ha apartado de esa meta. Aprende rápidamente y sabe formar buenos equipos. Es una excelente candidata y la mejor carta para Acción Nacional.
La candidatura presidencial de Josefina es obra del trabajo de décadas de muchas mujeres: priistas, panistas, perredistas, de mujeres sin partido, de feministas, de intelectuales, de tod@s los que votaron por doña Rosario en 1982, por Patricia Mercado en 2000 y 2006 y por mí en 1994, a pesar de nuestra derrota predecible. Gracias a tod@s. Es también la victoria de hombres solidarios. Es un gran día para México, para las mujeres de todos los partidos, para las jóvenes que se abren camino, para las niñas que podrán imaginar su futuro más ancho y libre, sin caminos cerrados por ser mujeres. Felicidades, Josefina, felicidades a todos. Y para celebrar nos vemos en @twitter: @ceciliasotog
ceciliasotog@gmail.com
Analista política
Excélsior

No era un simple “techo de cristal” lo que impedía la llegada de las mujeres a las candidaturas de mayor sustancia y relevancia. Era algo más fuerte que el acero, más resistente que la pared de concreto reforzado de una central nuclear, algo que nos tardamos 30 largos años en agrietar y debilitar: la cultura de que las grandes decisiones pertenecen a los hombres, el hábito mental de imaginarlos sólo a ellos decidiendo qué y cómo, el reflejo condicionado de pensar en los conocidos, los amigos, los cercanos, los de confianza para los puestos de importancia. El hábito, la costumbre, el reflejo, la cultura milenaria, centenaria, de ayer, de hoy, del hombre como el centro del ejercicio del poder. Señores, este es el principio del adiós a ese monopolio casi perfecto en Los Pinos y en las grandes candidaturas.
En la victoria de Josefina se prueba lo correcto de la hoja de ruta seguida por el movimiento de mujeres, una vez que la IV Conferencia Internacional sobre las Mujeres, en 1995 en Beijing, estableció un programa visionario con objetivos sociales y políticos para el mundo entero. En México, se buscó implementar este programa, primero con la creación de un mecanismo gubernamental como el Instituto Nacional de las Mujeres. Segundo, con la armonización en leyes y códigos nacionales con los compromisos internacionales firmados por México, tarea gigantesca todavía sin terminar.
Con la victoria de Josefina ha probado su bondad la política de cuotas, recomendada por la IV Conferencia, que tanto trabajo nos costó aceptar a quienes llegamos a la política por una ruta diferente al feminismo, herramienta que permitió y permite abrir cauces a las candidaturas de mujeres ante el anquilosado andamiaje masculino de los partidos políticos. Esta estrategia rompe inercias y posiciona en el imaginario popular, a las mujeres con altas responsabilidades como algo cotidiano.
La política de cuotas se ha convertido en una referencia inevitable que se ha extendido fuera de la esfera pública hasta la empresa privada: obliga a los presidentes a incluir a mujeres en su gabinete, generalmente en puestos “suaves” como la Secretaría de Turismo o cuestiona a Facebook por no tener a ninguna mujer en su consejo corporativo. Aunque las leyes electorales obligan por igual a los partidos a cumplir estas cuotas, se debe reconocer que Acción Nacional, que en muchos otros temas relativos a la mujer ha sido muy conservador, ha sido el más consistente y el único partido que no ha tenido escándalos de “juanitas”.
Josefina Vázquez Mota ha ganado en buena lid, una candidatura competida y difícil. A diferencia de la candidatura de Dilma Rousseff en Brasil, su candidatura no es el resultado del carisma de un Lula, muy por el contrario. Tampoco es una candidatura heredada familiarmente, como en el caso de Cristina Kirchner y de muchas otras mandatarias. Fue una candidatura cuesta arriba, lo que representa un excelente entrenamiento para lo que sigue. Josefina es una mujer tenaz que se trazó desde hace algunos años el objetivo de esta candidatura y no se ha apartado de esa meta. Aprende rápidamente y sabe formar buenos equipos. Es una excelente candidata y la mejor carta para Acción Nacional.
La candidatura presidencial de Josefina es obra del trabajo de décadas de muchas mujeres: priistas, panistas, perredistas, de mujeres sin partido, de feministas, de intelectuales, de tod@s los que votaron por doña Rosario en 1982, por Patricia Mercado en 2000 y 2006 y por mí en 1994, a pesar de nuestra derrota predecible. Gracias a tod@s. Es también la victoria de hombres solidarios. Es un gran día para México, para las mujeres de todos los partidos, para las jóvenes que se abren camino, para las niñas que podrán imaginar su futuro más ancho y libre, sin caminos cerrados por ser mujeres. Felicidades, Josefina, felicidades a todos. Y para celebrar nos vemos en @twitter: @ceciliasotog
México, listo para Josefina
Carlos Mota
motacarlos100@gmail.com
Cubículo Estratégico
Milenio
El contundente triunfo de Josefina Vázquez Mota ayer en la elección interna del PAN debería ser festejado por cualquier mexicano, independientemente de su credo político. El PAN es el único partido que tiene una vida democrática interna vigorosa, y la elección de su candidata a la Presidencia fue un ejercicio ejemplar que refleja la mejor virtud de ese partido: el respeto al voto libre.
Ninguno de los otros dos candidatos a la Presidencia, del PRI o del PRD, fueron electos con el mismo rigor metodológico. El voto, por sencillo que parezca, es en el PAN donde sí cuenta.
Durante los últimos meses, y con un clímax ayer, el panismo parece haber internalizado con particular madurez la idea central de Josefina: que México debe ser un país de leyes. Hay un hartazgo en la ciudadanía de la gigantesca laxitud con la que funciona el sistema político y de administración y procuración de justicia. Ya basta.
Quizá Josefina fue acartonada en algunos debates del PAN, pero una cosa es cierta: no es una advenediza. Su otro activo, accesorio si se quiere pero no menos valioso, es haber sido la primera mujer secretaria de Educación y de Desarrollo Social. Quién no recuerda su famosa Alianza por la Calidad de la Educación, el primer intento serio en la era moderna de este país para que los maestros ocupen sus cargos con base en méritos, y no en la compra de plazas.
Josefina tiene un cartel internacional de gran calado. Su discurso está en sintonía con las ideas de ejecutores destacados de la era reciente, ya sea en España, Estados Unidos o Sudamérica. Su reciente libro de entrevistas dio sobrada cuenta de ello.
La gran noticia para los mexicanos ayer no sólo fue el ejercicio democrático del PAN, sino que por primera vez una mujer tiene una posibilidad real de ganar la Presidencia, lo cual no tendría por qué ser atractivo si no fuera porque nuestra sociedad sigue siendo preponderantemente machista.
Josefina es incansable, quizá como también lo son AMLO y Peña Nieto. No obstante, su ventaja es que a partir de ahora todo es crecer, para lo cual el país, por su trayectoria y experiencia, parece estar cada día más listo. Ya lo dirán los votantes conforme avance el proceso electoral.
motacarlos100@gmail.com
Cubículo Estratégico
Milenio

Ninguno de los otros dos candidatos a la Presidencia, del PRI o del PRD, fueron electos con el mismo rigor metodológico. El voto, por sencillo que parezca, es en el PAN donde sí cuenta.
Durante los últimos meses, y con un clímax ayer, el panismo parece haber internalizado con particular madurez la idea central de Josefina: que México debe ser un país de leyes. Hay un hartazgo en la ciudadanía de la gigantesca laxitud con la que funciona el sistema político y de administración y procuración de justicia. Ya basta.
Quizá Josefina fue acartonada en algunos debates del PAN, pero una cosa es cierta: no es una advenediza. Su otro activo, accesorio si se quiere pero no menos valioso, es haber sido la primera mujer secretaria de Educación y de Desarrollo Social. Quién no recuerda su famosa Alianza por la Calidad de la Educación, el primer intento serio en la era moderna de este país para que los maestros ocupen sus cargos con base en méritos, y no en la compra de plazas.
Josefina tiene un cartel internacional de gran calado. Su discurso está en sintonía con las ideas de ejecutores destacados de la era reciente, ya sea en España, Estados Unidos o Sudamérica. Su reciente libro de entrevistas dio sobrada cuenta de ello.
La gran noticia para los mexicanos ayer no sólo fue el ejercicio democrático del PAN, sino que por primera vez una mujer tiene una posibilidad real de ganar la Presidencia, lo cual no tendría por qué ser atractivo si no fuera porque nuestra sociedad sigue siendo preponderantemente machista.
Josefina es incansable, quizá como también lo son AMLO y Peña Nieto. No obstante, su ventaja es que a partir de ahora todo es crecer, para lo cual el país, por su trayectoria y experiencia, parece estar cada día más listo. Ya lo dirán los votantes conforme avance el proceso electoral.
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