febrero 13, 2012

La tentación de Esteban

Pablo Hiriart (@phiriart)
phl@razon.com.mx
La Razón

Este fin de semana Esteban Moctezuma debió haber tomado la decisión de aceptar o no la candidatura presidencial que le ofreció el Partido Nueva Alianza.

La decisión de fondo está, sin embargo, en cómo quiere ser recordado: un político de buena fe, con vocación social, que pudo ser Presidente, o como en bombero de Elba Esther Gordillo, que fue retirado por los electores al darle el dos por ciento de los votos en las elecciones de 2012.

La tentación, desde luego, es grande, y como dice Javier Cercas en Anatomía de un instante, generalmente un político-político nunca se retira, sino que lo retiran.

Además, casi ningún político piensa que no puede ganar. Prácticamente todos se consideran invencibles e insustituibles. Pero la historia es la historia, y en el caso mexicano tiene una constante.

Como me lo dijo hace años el hijo un ex secretario de Estado que buscó la candidatura presidencial del PRI: “Cuando mi papá llegó a la casa nosotros ya sabíamos que el elegido era otro. Le dijimos que estaba joven y que en la siguiente sucesión podía ganar. Nos contestó: hijos, esto es algo que se juega una sola vez en la vida. Una sola vez.”

Esteban pudo ser candidato presidencial para suceder a Ernesto Zedillo, pero su condición de favorito lo hizo blanco de intrigas palaciegas, desde el mismo día en que asumió la secretaría de Gobernación.

Zedillo le entregó las riendas de la política a un grupo de interés que muy pronto reventó a Moctezuma. Luego volvió al gabinete, a un puesto importante pero inferior. Había perdido toda posibilidad.

En la historia reciente hay casos emblemáticos que refuerzan la constante de que la sucesión se juega una sola vez. La primera candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas fue la buena. Las otras dos, para olvidarse.

Manuel Camacho Solís perdió la sucesión en el PRI contra Luis Donaldo Colosio en 1993. Pudo haber sido Presidente y tal vez nos habría ido mejor, pero el caso es que no fue.

Seis años después Camacho se lanzó por otro partido y obtuvo el uno por ciento de la votación.

Francisco Labastida perdió anticipadamente la sucesión contra Carlos Salinas en 1987, y volvió a participar en 2000: perdió ante Fox. Su hora había pasado.

López Obrador estuvo muy cerca de ganar la Presidencia en 2006. A medio punto, nada más. Ahora lo vemos en un rezagado tercer lugar, del que no va a salir. Su tiempo fue 2006, y no lo entiende.

Todo eso, seguramente, debió haber valorado Moctezuma este fin de semana de reflexión.

Un político honesto, con sensibilidad social y humana, podría haber elegido, sin embargo, ser recordado de otra manera.

El verdadero enemigo del PRI

Jorge Chabat
jorge.chabat@cide.edu
Analista político e investigador del CIDE
El Universal

La semana pasada el virtual candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, declaró que el “verdadero enemigo” de su partido no estaba en el PAN o en el PRD, sino en “la violencia, en el desempleo, en la frustración que nuestros jóvenes viven cuando, saliendo de sus estudios de preparatoria o de universidad, no encuentran una opción de trabajo”. Evidentemente con esa frase políticamente correcta, el abanderado priísta evitaba darle así una estatura de rival a los otros dos partidos contendientes por la Presidencia. Además, de esta forma no entraba en pleito con nadie y se colocaba por encima de las pasiones mundanas de la política. No obstante, hace un par de días el propio Peña Nieto declaró que el gobierno federal estaba instrumentando una campaña para desprestigiar a su partido a través de la difusión de que éste tenía nuevos pactos con el crimen. O sea que los enemigos del priísmo son la violencia y el desempleo, pero las acusaciones de que hay en sus filas narcopolíticos como que sí calan. Y no es para menos. En época de campañas políticas, este tipo de historias puede tener un efecto electoral. ¿De qué tamaño? Es difícil saberlo. Depende de la evidencia que se haga pública. Pero lo que sí es evidente es que, en efecto, el gobierno de Calderón va a buscar hasta por debajo de las piedras cualquier posible vinculación de políticos priístas con el crimen organizado. Ya lo había anunciado hace unos meses cuando declaró al New York Times la posibilidad de que el PRI pacte con el narco. Y en este sentido, las investigaciones a tres ex gobernadores priístas de Tamaulipas son tan sólo la punta del iceberg.

Ahora bien, ¿qué puede hacer el PRI frente a esto? Pues, la verdad, no mucho. Es cierto que en términos legales no basta con iniciar una investigación para probar la culpabilidad de nadie. Y quienes han criticado a la PGR por las filtraciones de averiguaciones en ese sentido tienen razón: se está violando la presunción de inocencia. Sin embargo, en términos políticos no se necesita que una acusación sea cierta, sino que sea creíble. Esa es la base de las campañas negativas. Esa fue la base de los spots que en 2006 sugerían que si llegaba AMLO a la Presidencia se podría ver afectada la propiedad privada. No era cierto, pero era creíble para una parte de la población. Como también lo fue la versión de los comerciales del PRD de que Calderón había “firmado” el Fobaproa, a pesar de que él nunca firmó nada y de que la imagen del spot televisivo presentaba a un tipo firmando con la mano derecha, a pesar de que Calderón es zurdo. En este sentido, lo cierto es que aunque no se pueda probar la vinculación de varios políticos priístas con el crimen organizado, esa posibilidad suena muy creíble para una buena parte de la población. De hecho, es muy difícil explicar el florecimiento de la delincuencia organizada en varios estados del país sin la existencia de complicidades de parte de las autoridades estatales o municipales. Y la verdad es que también el PRI se ha ganado una mala fama de corrupción y complicidad con la delincuencia durante décadas, por lo que resulta muy difícil para una parte de la opinión pública pensar que todo es una invención.

El PAN, sabiendo de qué pie cojea el PRI, ha anunciado que varios de sus candidatos se van a someter a pruebas de control de confianza —pruebas toxicológicas, polígrafo, revisión de propiedades, etc.— para demostrar que no tienen antecedentes de corrupción. Si el PRI quisiera contrarrestar la mala fama que tiene podría hacer lo mismo. Sin embargo, es muy probable que varios de sus políticos tendrían problemas para pasar dichas pruebas. ¿Acaso Humberto Moreira, Mario Marín, Ulises Ruiz, Fidel Herrera, Tomás Yarrington o Eugenio Hernández las pasarían? ¿Acaso las pasarían muchos otros políticos priístas, o incluso algunos ex priístas que ahora militan en el PRD?

Estamos, sin duda, en tiempos electorales y es previsible que el gobierno federal lance varios obuses mediáticos en torno a investigaciones judiciales sobre casos de corrupción de políticos del PRI o de vínculos con la delincuencia organizada. Algunas de estas acusaciones se podrán probar y otras no. Pero lo cierto es que el PRI está bastante indefenso frente a ello, porque su verdadero enemigo no es, en efecto, ni el PAN ni el PRD, pero tampoco lo es el desempleo y la violencia: es la mala fama que ha construido durante décadas. Y frente a ello no hay quien lo salve.

Estafilococo

Roberto Zamarripa
tolvanera06@yahoo.com.mx
Tolvanera
Reforma

El tumulto, la plebe apretujada, la masa, las manos al aire que se agitan por una torta, la escenografía necesaria para que un político sienta el apapacho. Los acarreados significan el alma imprescindible de la fiesta electoral. Acuden por un mendrugo de pan, una torta embarrada de mayonesa, un jugo en caja de cartón, un lonchibón, unos tacos del mercado, una soda, un refresco.

Acuden, en su mayoría, obligados, por la fuerza. Condicionados, chantajeados, sobornados. ¿Tienen derechos los acarreados? ¿Vela alguien por la mala comida, el maltrato, los camiones desvencijados, las horas perdidas, las impuntualidades del candidato, los apretujones, la falta de respeto, el desdén, la ignominia?¿Puede ser el IFE una Procuraduría del Acarreado?

El precandidato a diputado federal por el PRI en Chilapa, Sergio Dolores Flores, acarreó a centenas de personas para que le apoyaran en su ceremonia de registro como aspirante. En los requisitos estatutarios no se incluía traer a miles de personas para comprobar su arraigo, sino simplemente entregar papeles, fotografías, actas, comprobantes.

No importa que sea un trámite burocrático. El acarreo es indispensable. En ciertas crónicas suele llamarse exhibición de músculo cuando en realidad es muestra de indignidad. Las personas no valen por su nombre o su pensamiento. Valen por su hambre, su necesidad, su desesperación y docilidad. Una torta apaciguará malestares. Una promesa de apoyo provocará las presencias.

Entre más miseria mayor aforo. Entre más urgencia mayores porras fingidas.

A los acarreados de Chilapa les advirtieron que si no acudían al registro de don Sergio perderían el apoyo del fertilizante necesario para la siembra de maíz que termina siendo de autoconsumo. Lo que son derechos se convierten en chantajes. Eso sí acudirían con la promesa de comida. Y los de Chilapa comieron una torta de jamón en Chilpancingo y almorzaron al regreso unos tacos de huevo contaminados con estafilococo.

Saldo: 709 intoxicados y el rechazo de la inscripción de la candidatura de Sergio Dolores Flores.

El secretario de Salud del Gobierno de Guerrero, Lázaro Mazón Alonso, tuvo una genial idea a partir de este incidente. "Es la primera vez que pasa y les aseguro que ningún político del partido que sea va a buscar que su gente salga perjudicada (...) Yo les recomiendo a todos que hagan sus tortas en la casa", dijo.

Lo que Mazón ignora o se hace es que el fundamento del acarreo es ése, dar de comer, entretener, llevar de viaje. Lo que menos importa es el candidato. Claro, siempre estará determinado por un chantaje. El pase de lista, la supervisión, si no acudes, no hay fertilizante, agua, beca, subsidio.

Es la infame manera de medrar con la pobreza.

El acarreo es inútil y humillante. Costoso y agraviante. Ayer en los campos de futbol del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Ecatepec, miles y miles de personas fueron llevadas de distintos municipios para "participar" en un mitin en apoyo a Enrique Peña Nieto. Si no acuden, les quitan el agua, los permisos, los favores, o los cortan en la cadena de las transas.

No hay, por donde quiera verse, participación espontánea, apoyos incondicionales, desfiles voluntarios de adhesión al candidato. Hay escenografías montadas, gastos en autobuses de servicio público y microbuses ofrecidos por los permisionarios. Es la perversa cadena donde el ayuntamiento o el gobierno estatal otorga los permisos a los dueños del transporte, las placas, los favores para los sitios, las rutas, las tarifas a cambio de la incondicionalidad en el aporte de los vehículos para transportar como ganado a las personas necesarias.

Eso sí, en el PRI del Estado de México suele haber más dinero o dicho de otra forma, siendo el gobierno de esa entidad de filiación priista, el comité estatal partidista tiene mayores recursos para su desempeño. En Chilapa alcanzó para tacos de huevo. En Ecatepec se regalaron tamales, tortas, sandwiches, refrescos, jugos y golosinas.

Pero cómo sería de desbordante la espontaneidad y el entusiasmo de los miles de acarreados que apenas terminó el evento político y todos emprendieron la graciosa huida hacia los camiones y microbuses. Impresionantes son las escenas del cantante Jhonny Laboriel cantando ante sillas vacías. Los acarreados tenían prisa.

¿Quién defiende los derechos de los acarreados? Es tiempo de que el IFE, cuyos recursos millonarios los invierte en insulsos spots de llamado al voto, vire la mira para advertir la humillación, la violación de derechos humanos, los delitos y el abuso que los partidos cometen con los acarreos.

Cuando pide cuentas de precampañas, debe revisar no solo el ajuste de las facturas sino las humillaciones a los ciudadanos.

Y castigar a quienes propician esos actos de vejación ciudadana.

Lo mejor, sin duda, sería que las campañas tuvieran un mayor ingrediente de debates públicos y una menor dosis de acarreos, uso de dinero público, gastos en spots y coerción de ciudadanos.

Josefina: los esterotipos

Cecilia Soto (@ceciliasotog)
ceciliasotog@gmail.com
Analista política
Excélsior

“Hace campaña explícitamente como alguien que confirma los estereotipos convencionales de género en vez de desafiarlos”, nos dice una sabia académica estadunidense de la Universidad de Duke citada por The New York Times. “Trata de capitalizar el hecho de ser mujer no como una feminista, sino como una figura maternal con firmes raíces en los valores tradicionales”, agrega con inusual agudeza el corresponsal del mismo diario neoyorquino. ¿Y The Economist? El artículo sobre la candidatura de Josefina es tan malito que afirma que en México votan más los hombres que las mujeres, ignorando las cifras del IFE.

Resulta revelador que mientras que la prensa internacional aplica todo tipo de estereotipos burros al hecho espléndido de que por fin una mujer compita por la Presidencia desde una plataforma partidaria competitiva, hayan pasado por alto que quien realmente intenta hacer una campaña apelando a la fuerza de la figura materna sea Andrés Manuel López Obrador, con el acrónimo de Morena. ¿Qué no la Virgen de Guadalupe es la protectora de México? ¿Y qué no se le conoce como la Virgen Morena? ¿Y no es que millones de mexicanos la llaman cariñosamente como la “morenita”?

Y no hay nada de malo en ello. Por el contrario, es una estrategia astuta de comunicación haber llamado “Morena” al movimiento de AMLO, con claros ecos religiosos, culturales y de género, pues el calificativo “Morena” es femenino.

Nos sorprenderíamos si se supieran las razones cualitativas que explican el voto de los electores, detectadas por las encuestas. Hay desde el voto razonado con rigor, el de quien cruza la boleta por la apariencia física del candidat@, pasando por el que decide su voto por un ejercicio del do-pingüé. AMLO tendrá algunos votos por el uso de Morena; Peña Nieto otros por la popularidad televisiva de su esposa; Josefina porque es mujer, etc. La comunicación de una campaña electoral busca apelar al ramillete más representativo de las potenciales razones del votante: desde las explícitas hasta las subliminales.

En cuanto a Josefina, el hecho mismo de hacer campaña para ser la primer Presidenta del país desafía todos los estereotipos que hay sobre la mujer en México. El mensaje para las niñas y jóvenes en México es de ruptura con el “no puedes porque eso no es para las mujeres”.

Quienes consideren que la agenda de las mujeres en México tiene su punto más ambicioso en el de la interrupción del embarazo, se equivoca; una equivocación que por cierto ya no comete el movimiento feminista en México. La interrupción del embarazo en forma legal y segura es un derecho que va abriéndose paso en el país con avances y retrocesos, pero se va abriendo camino. Éste es un tema difícil y delicado para el PAN, pero no insalvable.

La agenda de las mujeres es mucho más amplia y pasa, entre otras demandas, por los retos que demanda una cotidianeidad más enriquecedora y equitativa. Pasa por el derecho de las niñas y los niños a una vida sin violencia y, por tanto, el combate a la violencia intrafamiliar y la persecución sin descanso a la pedofilia. Pasa por la necesidad de ampliar sus derechos como madres en la legislación laboral; por la defensa de sus derechos ante un divorcio; por reducir sus tiempos de traslado para garantizar más horas con su familia; de abrir cauces a su ascenso en la vida profesional; por la posibilidad de trabajar desde casa; de mejorar sus oportunidades como académicas; de vivir sin miedo.

La candidatura de Josefina obligará a los otros dos candidatos a dar mayor relevancia a una agenda que ponga el acento en la equiparación de derechos de las mujeres. No hay agenda posible que regrese a las mujeres a las alternativas de principios del siglo pasado. Y eso también lo sabe el PAN.

Todo indica que Peña Nieto y Josefina disputarán los primeros dos lugares, pues, con todo y el marketing amoroso, las encuestas muestran que AMLO continúa teniendo más opiniones negativas que positivas. Y si hay dudas del resultado, no las hay en cuanto a las oportunidades para el avance de nuestra agenda. Nos vemos en twitter: (@ceciliasotog)

Debate sobre las drogas

J. Jesús Rangel M.
Estira y afloja
MIlenio


A partir de este martes y hasta el jueves, 40 conferencistas de talla internacional analizarán en el Museo Nacional de Antropología el tema de las drogas, “Un balance a un siglo de su prohibición”, bajo un pensamiento claro de los organizadores del foro:

“Observamos con preocupación que, derivado de la ‘guerra contra el narcotráfico’, nuestro país atraviesa por una de las etapas de mayor inseguridad de su historia… La forma en que se ha atendido el problema de las adicciones y el tráfico de drogas no ha tenido éxito y, por lo tanto, resulta urgente un debate en el que con base en un análisis de orden legal, económico, de salud y de seguridad, se puedan analizar las bondades o deficiencias de las políticas públicas actuales y, en su caso, buscar otras alternativas que generen mayor eficiencia, menores costos y sufrimiento a la población en general.”

La convocatoria la realizó México Unido Contra la Delincuencia apoyada por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública (EGAP), del Tecnológico de Monterrey, y la organización Di sí al Debate.

Entre los personajes que participarán en las discusiones están Héctor Aguilar Camín, quien dará pie al tema del foro; Antonio Mazzitelli, representante regional para México, Centroamérica y el Caribe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC); Fernando Henrique Cardoso y César Gaviria, ex presidentes de Brasil y Colombia, respectivamente; María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz; los investigadores Luis Astorga y Arturo Valenzuela; Mike Trace, quien fuera zar antidrogas del gobierno británico y Jack Cole, ex agente encubierto de narcóticos de Estados Unidos.

El foro se realiza después de que el jueves pasado el general Guillermo Galván Galván, secretario de la Defensa Nacional, reconoció que “ha habido errores” en la actuación de las fuerzas armadas en la lucha contra el crimen, que en algunas regiones del país la delincuencia organizada generó un clima de “violencia inusitado”, que la “seguridad interior se encuentra seriamente amenazada” y que son necesarias reformas al marco legal vigente.

Esperamos propuestas viables.