Tronera
El Universal

“Es tan obvio que Brasil necesita concentrarse en algunas cosas importantes. ¿Qué hacer con respecto a la energía? ¿Qué hacer en educación? ¿Cómo creamos mejores oportunidades para nuestra infraestructura, con el gobierno y la iniciativa privada trabajando juntos? ¿Cómo llegamos a un consenso en temas de medio ambiente? Es tan obvio. Éstas no son preguntas partidistas, sino preguntas nacionales”.
Esto viene a cuento por el desplegado publicado ayer en la prensa por un grupo de notables, en el cual se plantea una serie de cuestiones para que los candidatos las contesten de cara a las elecciones de julio. En sintonía con lo que expresaba Cardoso, son materias que rebasan a cualquier partido, que podrían ser la matriz de un debate nacional en el cual tendríamos que escuchar las voces de los candidatos, sí, pero también las opiniones, y los compromisos, de otros actores.
No se trata de complicar una buena idea para terminar en medio de una torre de Babel, pero el texto difundido ayer tendría que ser necesariamente enriquecido, en el formato en el que los que suscriben propongan, con expresiones de otros involucrados en los temas que plantea el desplegado.
Si este provocador preguntómetro es la expresión inicial de un nuevo grupo San Ángel (¿cómo llamamos a este colectivo, el grupo de los 48?), bienvenido sea. Ahora toca recoger en la arena pública otras expresiones: por ejemplo ¿qué opinan de las preguntas formuladas los líderes del SNTE, del sindicato de Pemex, de la CFE, del IMSS? ¿Y qué dicen de este documento los empresarios de los megaconsorcios de medios de comunicación y de las telecomunicaciones? Eso por mencionar a algunos de los que también tendrían que sumarse públicamente a la noción de que urgen cambios, lo que incluye reconocer que esas transformaciones implicarán costos para ellos.
Cardoso reía al plantear al semanario británico su sueño por lo improbable de que Lula y él formularan juntos esa agenda. Sin embargo, en la misma charla el ex presidente brasileño explicaba que en su país ocurrió una especie de acuerdo tácito y que cuando Lula llegó al gobierno, en vez de barrer con lo construido por la administración anterior, como se vaticinaba, edificó a partir de eso. Y aún así hoy habla de la necesidad de una agenda nacional.
Una consecuencia posible de este manifiesto es la confirmación de que las respuestas de los candidatos no basten por sí solas, que haga falta, como el propio desplegado plantea, que los candidatos asuman compromisos específicos con las agendas de los otros candidatos, para que ni el ganador gane todo ni quien pierda se qued con su agenda huérfana. Para construir, pues, un eventual piso común de acuerdos nacionales.
El anhelo de un México mejor tiene una posibilidad en las preguntas que plantea este grupo de personalidades. Veremos si la sociedad respalda esta agenda de cuestionamientos.