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La Crónica de Hoy

Las campañas electorales no tendrán como consecuencia un impulso económico generalizado, sino un impulso económico focalizado en determinadas actividades económicas, que tendrá como contraparte un freno en otras actividades económicas, impulso que se verá contrarrestado por el freno, impulso que supone ciertos ganadores, freno que supone determinados perdedores, todo ello consecuencia de que lo que se gaste en bienes y servicios para las campañas electorales dejará de gastarse en otros bienes y servicios, todo ello como que dos más dos son cuatro. En pocas palabas: el dinero que se gaste en bienes y servicios para las campañas electorales, desde espectaculares (bienes) hasta encuestas (servicios), dejará de gastarse en otros bienes y servicios, todo ello, insisto, como que dos más dos son cuatro, de tal manera que los gastos de las campañas electores benefician a quienes ofrecen el primer conjunto de bienes y servicios, pero perjudica a quienes ofrecen el segundo.
Habrá, consecuencia de las campañas electorales, una reasignación de gastos (se gastará más en X y menos en Y), pero no un aumento en el gasto agregado (el gasto de todos), de tal manera que habrá ganadores (quienes ofrecen los bienes y servicios demandados en las campañas electorales) y perdedores (algunos de quienes no ofrecen las mercancías demandadas en las campañas electorales), motivo por el cual quienes creen que las campañas electorales traerán como consecuencia, dados los gastos que generan, un impulso a La Economía, no pasan de ser unos ilusos. Las campañas electorales traerán un impulso a ciertas actividades económicas y, consecuencia de ello, generarán un freno en otras.
¿Qué se requeriría para que el gasto generado por las campañas electorales sí ocasionara un impulso a La Economía y no solamente a ciertas actividades económicas en detrimento de otras? Que los partidos políticos gastaran más, tal y como sucede durante las campañas electorales, sin que nadie más gastara menos, para lo cual se necesitaría que ese mayor gasto de los partidos políticos fuera financiado, no con recursos provenientes, o del erario gubernamental, o de donaciones privadas, sino con emisión primaria de dinero, es decir, con impresión de billetes y acuñación de monedas, proveniente del Banco de México, algo que sería un fraude monetario que le restaría poder adquisitivo a nuestro dinero, fraude que, afortunadamente, no le está permitido, por la Constitución, al banco central. Dado que esta práctica está prohíba es que las campañas electorales no ocasionarán un impulso a La Economía, sino solamente a ciertas actividades económicas, que tendrán su agosto en abril, mayo y junio. ¡Qué aproveche!