abril 17, 2012

'¿Quién te mete... Manolete?' por Paco Calderón




El cazador cazado




Rafael Cardona (@cardonarafael)
racarsa@hotmail.com
El cristalazo
La Crónica de Hoy

Su Majestad, pues está usted viendo cómo se nos vienen el paro, la crisis, el derrumbe de la economía y hasta los problemas de Repsol, y usted con el riflazo contra el proboscidio.

En su celebérrimo ensayo sobre “La caza y los toros”, José Ortega y Gasset (todos lo hemos leído) explica el intrínseco placer de la cacería: su dificultad, su regreso al primitivismo; la renuncia del humano a su condición superior y además la posibilidad siempre presente de no regresar con ninguna presa.

Dicho así, el placer de la cacería lo es más por ella misma y no tanto por el gusto de matar a la presa.

Todos mis amigos cazadores me han contado casi siempre la misma historia: la dificultad. Andrés Caso o Guillermo Arriaga, da lo mismo. De Olloqui me contó la increíble noche de la doble muerte; la del venado perseguido y el trampero infartado en el monte, cuyos cadáveres debió cargar solo, en plena oscuridad montuna; con lluvia y sin saber a cuál llevar primero.

A diferencia de los toros (cuyo origen cinegético y de entrenamiento militar ya nos sabemos todos de memoria, convierte a la muerte del toro en una forma festiva y colectiva de la cacería en la cual el matador se expone, se exhibe y se goza del aplauso en medio de un rito socialmente practicado), la caza es un afán distante, encubierto, silencioso y con frecuencia furtivo. Nadie lleva una banda de música a un safari Ni pide pasos dobles mientras apunta.

Yo no sé si todas estas cosas estaba pensando Don Juan Carlos de Borbón en la primitiva Bostwana (Bostuana, lo escriben en Madrid) antes de fracturarse la cadera en tres pedazos; señal inequívoca de los males de su edad y seguro presagio de una decadencia a la cual se debería preparar el señor Príncipe Felipe de Asturias, quien a juzgar por la frecuencia de la “fiebre carbonosa” en su achacoso señor padre (en dos años ha visitado cuatro veces el quirófano, por esto o por aquello), llegará al trono mucho antes de lo imaginable hace unos años.

No se trata de cantarle el mal agüero a tan distinguido y valioso monarca quien se había ido de escapada al África Negra (de seguro y como es su costumbre Doña Sofía tampoco de esto sabía nada) a donde —ahora nos venimos a enterar—, su majestad suele ir con relativa frecuencia para tirarle a los viejos elefantes disponibles en una cacería regulada y generadora de divisas para los humildes bostuaneses, mediante el pago de 30 ó 40 mil euros, cantidad risible para tan distinguida testa coronada.

Y la verdad nosotros vemos esto con poco interés, (nada más a los súbditos suyos o a los lectores del ¡Hola! les ha de importar el bochorno de la monarquía fracturada)— pero a pesar de todo esto, vea usted cómo son las cosas, mi señor.

—Usted se guarda de avisar de la expedición (safari, le dicen allá) y el tiro al paquidermo y ahí nos tiene a todos en la Casa Real, ocultando el viaje a como se pueda, y usted nos viene con el numerito de la fractura y ahora, vale, a dar explicaciones a una sociedad tan rota como el cuadril suyo, dicho sea con todo respeto, Su Majestad, pues está usted viendo cómo se nos vienen el paro, la crisis, el derrumbe de la economía y hasta los problemas de Repsol, y usted con el riflazo contra el proboscidio.

Pero bueno, se ha portado usted de lo más majo y de lo más macho, además. De tal ni hablar. Eso de volar de Botsuana a Madrid y tirarse ocho horas sentadito con las astillas y la osamenta hecha un fricasé, es algo de pronto decir pero a ver quién se aguanta semejante calvario.

Pero bueno, ya todo esta en las manos expertas del doctor Ángel Villamor quien ya lo ha atendido cuando se le rompió el codo, cuando chocó con otro esquiador en Baqueira y le repararon el “platillo tibial de la rodilla derecha” y el día del golpazo contra una puerta de cristal y la otra pierna lastimada y cuando se pegó con otra puerta en el ojo izquierdo y la nariz.

En fin, España ha visto peores cosas (y peores puertas) y de ellas ha salido avante.

Por lo pronto el príncipe Felipe se dispone a representar al Estado en una pila de compromisos oficiales durante los próximos 45 días en los cuales —como dicen de los toreros—, de no haber complicaciones, Su Majestad sanará por completo; pues ya le han dicho, de inmediato se me pone usted un par de muletas y a caminar con ellas en el mismo hospital.

Estas desgracias de los famosos, de los nobles, de las coronas, digan cuanto digan los hipócritas, nos llenan de gusto a los simples mortales.

No por el mal ajeno, líbrenos Dios de semejante grosería mezquina. No; nos alegran por lo cerca como nos vemos de ellos o lo cerca como se colocan de nosotros. Siempre es un consuelo saberlo: los ricos también lloran, se enferman, se accidentan y se mueren.

Claro, ellos nada más una vez. Los pobres y los súbditos, muchas.

¡Por fin!

Federico Reyes Heroles
Reforma

"Víctimas son los consumidores -los drogadictos-; víctimas son los que sufren la violencia que el narcotráfico estimula; víctimas son los millones de presos en las cárceles del mundo; víctimas son los ciudadanos que sufren los efectos de la corrupción, y por supuesto, los muertos -¡tantos muertos!- caídos a causa de este negocio y su combate". Habla Juan Manuel Santos, el sólido presidente colombiano que conoce del tema. Así inició la Sexta Cumbre de las Américas en la bella Cartagena de Indias. Horas antes, Barack Obama había fijado su posición ante la prensa. Sabía lo que iba a escuchar; conocía la contundente propuesta del presidente guatemalteco, Otto Pérez, de despenalizar las drogas. Los radicales podrían afirmar, que al no prosperar la legalización, la Cumbre fue una vez más pura palabrería. Y no, quizá haya sido de las más fructíferas en mucho tiempo.

De entrada no hubo evasión de los temas. Las contradictorias palmaditas del Papa Benedicto XVI y del presidente mexicano al régimen cubano no mitigaron el veto a la dictadura castrista. La ausencia lo decía todo. Lo mismo ocurrió con el respaldo buscado por la presidenta Kirchner sobre el tema de las Malvinas que simplemente quedó fuera de la agenda. Pero hubo más. Obama ofreció una nueva era de asociación con América Latina. Sus palabras tienen un doble valor: primero hacer de lado la tradicional reticencia demócrata al libre comercio; segundo decirlo en plena campaña. Además respalda sus palabras con hechos. Estados Unidos y Colombia anunciaron la entrada en vigor de un tratado bilateral de libre comercio que entrará en vigor el próximo 15 de mayo. Con 46 millones de habitantes y una renta per capita que ronda los 7000 mil dólares, para Colombia convertirse en socio preferente de la primera potencia económica es entrar a una nueva etapa. Recordemos dónde estaba México en comercio internacional antes del TLC.

Montado en un claro optimismo Obama habló de un gran futuro para un mercado de mil millones de personas. "Tenemos que aceptar que estamos en un mundo nuevo y que tenemos que relacionarnos de otra manera", dijo el primer Presidente afroamericano de la gran potencia. El mexicano puso la banderilla del escepticismo como lo relata El País, escepticismo producto del proteccionismo cotidiano de Estados Unidos: "si quieres que un niño camine, no le impidas andar; si quieres que una industria exporte, no la protejas". Lo positivo del pronunciamiento de Obama es que quizá lentamente la idea de que los verdaderos intereses estratégicos de EU, como lo dijo Santos, no están en Afganistán o Pakistán sino en que América Latina esté avanzando.

Quizá la imposición de los nuevos equilibrios demográficos esté penetrando en Washington. De ahí la importancia de la promesa de Obama hecha a los medios de impulsar una reforma migratoria en el 2013, si es reelecto. El único país desarrollado con un crecimiento demográfico significativo son los Estados Unidos y ello sólo se explica por la inmigración. Aún así esos mil millones de todo el continente americano se convertirán en el 2050 en sólo el 10% de la población mundial. Las crisis demográficas de Rusia, Japón pero también España o Italia con todas las graves consecuencias en el aparato productivo y en el sistema de pensiones, son el espejo en el cual deben verse los enemigos dogmáticos de una apertura migratoria racional y sistemática. Ojo, a la larga, con las tasas de crecimiento de los países del área, América Latina tampoco será solución para Estados Unidos.

Pero la carta de Santos estaba sobre la mesa. Ante 31 jefes de Estado -no asistieron, Chávez, Correa y Ortega-, el Presidente colombiano urgió revisar la lucha antidrogas. Había de todo: países productores, de tránsito y el principal consumidor. Ahí fue cuando la propuesta del presidente Calderón entró a la perfección: por unanimidad se aprobó crear un sistema interamericano contra el crimen organizado. Con independencia de la valoración sobre la llamada guerra contra el narco, el acuerdo es un gran logro de la diplomacia mexicana. Como promotor, México será sede de reuniones entre expertos, responsables de seguridad y procuración de justicia. México promoverá además la creación de un centro que articule el plan de acción hemisférico contra la delincuencia organizada trasnacional en coordinación con la OEA. El asunto va más allá del tráfico de drogas, pues involucra trata de personas, venta de armas, flujos de efectivo y, por supuesto, el consumo.

Como lo ha afirmado Moisés Naím, Cartagena pasará a la historia pues, oficialmente, se levantó la prohibición para pensar en alternativas a la intocable estrategia de guerra lanzada por Nixon hace cuatro décadas. Se trata de un logro muy significativo pues simplemente generar y ordenar la información hemisférica y contrapuntearla con las políticas adoptadas puede propiciar menos dogmas y una mayor racionalidad. Sin ella no escaparemos al fracaso. Abrir la puerta de la discusión hemisférica es histórico.

AMLO, desesperado

Ricardo Alemán (@RicardoAlemanMx)
Excélsior

¿Por qué razón, al tiempo que la candidata del PAN recupera terreno, el del PRI continúa creciendo y ratifica que es un aspirante teflón?

Si hemos de creer en las encuestas, por lo menos en las recientes de Excélsior y Milenio, podemos decir que la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, cometió un acierto —porque no sólo los errores se cometen, sino también los aciertos— con el “golpe de timón” que anunció en la semana reciente. ¿Por qué?

Porque no sólo detuvo la tendencia de su candidatura a la baja —muy cercana a la caída libre—, que había provocado la cadena de errores y horrores que cometieron sus colaboradores y ella misma, sino que todas las encuestas marcan claros números al alza, al grado que se alejó hasta colocarse a casi diez puntos del tercer lugar, que ocupa el candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador.

Y es que, como aquí lo dijimos en su momento, el primer objetivo del “golpe de timón” de la aspirante azul debía ser —por supervivencia elemental— alejarse lo más rápido posible del tercer lugar para, de esa manera, alejar de la percepción de los ciudadanos y potenciales electores la idea de que la señora Vázquez Mota pudiera ser alcanzada y, eventualmente, enviada a la tercera posición.

Y el cambio de estrategia resultó tan exitoso que, en las encuestas de ayer lunes, la señora Vázquez Mota se aleja casi diez puntos de su perseguidor, López Obrador, al tiempo que se aproxima a 20 puntos de distancia del puntero, Enrique Peña Nieto. Y sin duda que 20 puntos son lo más parecido a un abismo —sobre todo en una campaña a la que sólo le restan menos de 80 días—, pero al menos la candidata del PAN ya logró detener la tendencia a la baja y revertir los números, que eran de tragedia.

Lo curioso del asunto, sin embargo, es que si bien la candidata del PAN recupera terreno y se consolida con 30% de las preferencias electorales, ese avance no se produce a costa de reducir simpatizantes al candidato del PRI, lo que sería lo deseable. No, la realidad es terca y ratifica que los puntos que gana Vázquez Mota se los quita tanto a López Obrador como a la masa de indecisos.

Es decir, que si bien el “manotazo” funcionó para impedir que la aspirante del PAN cayera a un tobogán sin regreso, también es cierto que la guerra de lodo lanzada contra el candidato Peña Nieto no sirvió para restarle simpatías al aspirante del PRI quien, a querer o no, sigue creciendo en la intención efectiva del voto.

Por eso la pregunta obligada. ¿Por qué razón, al tiempo que la candidata del PAN recupera terreno, el del PRI, Enrique Peña Nieto, continúa creciendo y ratifica que es un aspirante teflón?

Una primera respuesta podría señalar que las preferencias electorales en torno al desempeño electoral del PRI y del PAN son el mejor ejemplo de la esquizofrenia político-electoral.

Pero no, lo cierto es que asistimos al mejor ejemplo de que sí es posible ver el sentido común en los procesos electorales. Primero, porque las reparaciones del barco azul dieron resultado —al evitar errores, cambiar el discurso y modificar la imagen de la candidata— y, segundo, porque la campaña de lodo contra Peña Nieto no logró hacer ver al mexiquense como mentiroso —que es el objetivo del PAN—, sino que para no pocos electores el priista es visto como víctima de la supuesta perversidad azul.

Y en donde han prendido todos los focos rojos y hasta aparecen signos de desesperación es en la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué? Porque luego de haber alcanzado a Vázquez Mota en el segundo lugar —en los diez días recientes, justo cuando la candidata del PAN vivía los peores momentos de su caída—, hoy el candidato de las izquierdas se rezaga de nueva cuenta y se queda con 20 puntos porcentuales, a diez puntos de la candidata del PAN y a 30 del puntero del PRI.

El retroceso y el nerviosismo que se perciben en el candidato que ocupa el tercer lugar en las encuestas tampoco es algo casual. Resulta que AMLO ha empezado a dibujar lo que sería su gobierno —con una fuerte dosis de populismo—, lo que al parecer no es bien visto por una amplia mayoría de electores que, por esa razón, le dan la espalda al señor López Obrador.

Acaso por eso AMLO vuelve a mostrar su verdadero rostro: el del político que inventa y difama al puntero en las encuestas, al tiempo que siembra minas que le permitirán argumentar que lo derrotará “el fraude que viene”. Así, por ejemplo, y sin más pruebas que su dicho, dice que el IFE, los medios, las encuestas y hasta el Espíritu Santo “favorece a Enrique Peña Nieto”. Si AMLO no hace algo realmente contundente, ya desde hoy está muerto. Al tiempo.

Es el final de López Obrador, y él lo sabe

Ciro Gómez Leyva
gomezleyva@milenio.com
La historia en breve
Milenio

Es perfectamente lógico que Andrés Manuel López Obrador descalifique, calumnie incluso, a las encuestas y encuestadoras que lo ponen en la triste posición en que se encuentra. Es lo que tiene que hacer. Lo contrario sería decirle a sus electores que se vayan con las otras opciones políticas.

Es lógico que ante un panorama tan desolador se refugie en encuestas serias que lo ubican en un virtual empate técnico, no solo con Josefina Vázquez Mota, sino con Enrique Peña Nieto. Es lo que tiene que hacer.

Me tocó vivir con GEA/ISA la furia de López Obrador en 2006. Él y sus incondicionales abrieron una atroz ofensiva para acusarnos de corruptos, vendidos a las peores causas del país. Lo único que hizo GEA/ISA fue marcar desde el 31 de marzo de aquel año que Felipe Calderón lo había alcanzado en la punta y mantener ese registro hasta el día de la votación. Lo medido por la encuestadora fue pulcro, impecable.

En fin, aquí estamos seis años después. Nosotros, midiendo el sentir de la gente; él, tildándonos de corruptos, de engañar a la gente. No importa que en 2006 tuviéramos la razón y él mintiera con su fantasiosa encuesta de los diez puntos. Jamás se disculpó. No importa.

Lo cierto es que hoy está a 34 puntos de Peña Nieto. Esa distancia (si el 1 de julio participan unos 47 millones de mexicanos) significaría unos 16 millones de votos de diferencia.

Soy un fervoroso de la lógica electoral. No hay posibilidad de que remonte 34 puntos, y menos con esa figura deslucida que presenta en esta temporada: el rebelde viejo instalado en el confortable conformismo de la inconformidad.

Es el final de López Obrador. Y creo que él lo sabe.

Lo que mis ojos ven, lo que mi corazón siente

Antonio Navalón (@antonio_navalon)
Periodista
El Universal

Una buena campaña no hace a un buen candidato, y mucho menos a un buen presidente.

Hace mucho tiempo que quienes observamos lo que pasa en la política descubrimos que no basta con tener razón, además hay que saber hacerla triunfar.

La campaña de Enrique Peña es todo lo vacío y colorista que al parecer es 51% del país, según las encuestas, y sin que esto suene a insulto. Pero hay que reconocer que lo más peligroso de Peña es que su campaña va demasiado bien. Sin que esto signifique estar de acuerdo con él, o que piense que será un buen presidente, ni siquiera un buen candidato, es tan descomunal la distancia de la técnica mercadotécnica entre su campaña y la de cualquier otro candidato que resulta sorprendente.

Salvo el caso de Quadri, la campaña priísta está resultando brillante por la ausencia total de contenidos y compromisos concretos, en la que ni siquiera Peña debate consigo mismo.

Para sostener esto una pequeña muestra: las redes sociales. Lo que de verdad vayan a representar o no en esta elección no lo sabemos. Muchos pensamos que resulta increíble que el mismo sistema que puede acabar con dictaduras de 30 años pueda servir a un candidato que no se está comprometiendo a nada pese a su slogan, pero que ha sabido utilizar el medio.

Lo cierto es que en YouTube hay una sección creada por la esposa de Peña Nieto titulada Lo que mis ojos ven y lo que mi corazón siente. Millones de personas observan a La Gaviota en un planteamiento tan sencillo como una cámara que la sigue y que va haciendo una descripción emocional, sin ninguna elaboración, de aquellas cosas que le sugieren en el recorrido por toda la república de los mítines y los encuentros de su marido y sus seguidores —iba a decir o detractores, pero, si lo puede evitar, Peña nunca va a un sitio donde haya un detractor—.

¿Cuál es la diferencia? ¿Será La Gaviota? El gran diferenciador son los millones de personas que lo siguen, a diferencia de cualquier actividad de sus competidores políticos.

¿Significa esto que me he vuelto peñanietista? De ninguna manera. Pero así como sigo echando de menos saber qué quiere hacer con el país, más allá de decir que el pueblo sabe que se compromete y cumple, significa que desde el punto de vista de técnica electoral son con mucho los mejores. Sin embargo, un exceso le puede resultar mortal. Están creando un tornado tan superior que da la impresión que más que correr por la presidencia de México lo hace para obtener la presidencia del Universo, y además sin ninguna competencia y, desde luego, sin ninguna autocrítica.

Siempre he sostenido que lo mejor del peñismo es Peña. Por ello no me produce ningún contraste ni sorpresa que él está firme en sus promesas, sin embargo, hay algunos de los fijos, los que están haciendo el milagro, los que dirigen con mano de hierro el cuarto de guerra, por ejemplo, el coordinador de campaña y el de relaciones políticas, que se mueven y se comportan, no como los asesores de campaña del candidato, sino como si ya fueran los secretarios de Gobernación y de Hacienda.

Mientras, sólo un peligro: esto más que un paseo militar es una carrera en la que da la impresión que los priístas van en un bólido mientras que los otros candidatos van en carretas, lo cual quiere decir que llegarán antes, pero que en caso de accidente el destrozo será mortal.

¿Será que somos un país en que predomina lo que ven nuestros ojos y lo que nuestro corazón siente? ¿Hasta para elegir presidente prescindimos de reflexión? ¿El fondo no importa? ¿Basta con que no sea desagradable a los ojos para que tenga derecho a gobernarnos, maltratarnos, robarnos y engañarnos?

No creo que los pueblos tengan los gobiernos que merecen, pero es cierto, como descubrió el conferencista David Konzevik, que los pueblos tienen los gobiernos que se les parecen.