mayo 03, 2012

Peña Quieto, Vázquez Trota y López Corredor

Agustín Basave (@abasave)
abasave@prodigy.net.mx
Director de Posgrado de la Universidad Iberoamericana
Excélsior

Con un fuerte y nostálgico abrazo a mi hijo Francisco Salomón, por su próximo cumpleaños

Los estrategas de los tres principales candidatos están manejando las campañas con el librito en la mano. Los de Enrique Peña Nieto, puntero en las encuestas, son cautelosos y conservadores; quieren administrar su ventaja y evitan correr riesgos. Los de Josefina Vázquez Mota arrancaron con más ímpetu, pero los errores iniciales los obligaron a replegarse un poco; el segundo lugar está en disputa y prefieren asegurarlo antes de perseguir al que va adelante. Y los de Andrés Manuel López Obrador son más audaces, si bien cuidan la consolidación de su corrimiento hacia el centro; van a todas, encaran a sus adversarios y piden una docena de debates. Cada bando está en su lógica. Los tres están actuando de acuerdo a su posición: el de adelante apenas camina para no arriesgarse a tropezar y los de atrás aprietan el paso o de plano tiran un sprint.

Y es que, contra lo que se dice, el resultado de la elección no está decidido. Hay al menos tres variables que pueden entrar en juego en los 2 meses que faltan: los debates televisados, una acción o inacción penal y la actuación del crimen organizado. Veamos. Se dice que los debates no cambian drásticamente las preferencias electorales —menos en un formato tan cerrado como el que en el IFE acordaron los partidos— y eso suele ser cierto. Pero hay excepciones. Aunque es improbable que se repita la espectacular ganancia de alrededor de 15 puntos porcentuales que literalmente de la noche a la mañana obtuvo Diego Fernández de Cevallos en 1994, sí podrían moverse tres o cuatro puntos de un candidato a otro, que multiplicados por dos serían suficientes para replantear el juego.

Luego está la posibilidad de que el Presidente eche mano de la PGR para incidir en los comicios. Desde hace mucho se rumora que hay una lista de ex gobernadores priístas investigados por presuntos vínculos con el narcotráfico, la cual prefiguraría una suerte de michoacanazo nacional. Los cargos contra el ex tesorero de Coahuila, de hecho, parecen indicar que Estados Unidos también podría intervenir en la investigación. Si se arrestara a importantes políticos de ese partido y se orquestara una campaña mediática eficaz en su contra, la correlación de fuerzas podría cambiar. Aunque, claro, si eso se ejecutara con la torpeza que se manejó el hankazo el tiro saldría por la culata. Quizá sea este peligro y el cálculo de que el beneficiado podría ser el candidato de la izquierda lo que detenga la acción penal.

Finalmente, no puede soslayarse una posible irrupción del crimen organizado en las elecciones. No me refiero al dinero, que supongo ya está en varias campañas, sino a la decisión de algún cártel de influir decisivamente en el rumbo de la contienda presidencial. La entrega oportuna de un capo muy grande a las autoridades, un atentado masivo o un asesinato de altísimo perfil provocarían un vuelco en el proceso electoral. La intención de voto podría cambiar radicalmente o el abstencionismo podría elevarse a niveles determinantes para el resultado. Ni a mí ni a nadie nos gusta considerar semejantes atrocidades, pero ya hemos visto de lo que son capaces las organizaciones criminales.

Esas tres variables y algunas otras podrían modificar —o no— el escenario que hoy presentan las encuestas. Puede ser que los debates sean insulsos, que el puntero resista los embates de sus adversarios y que ni el gobierno ni el narco hagan nada espectacular, en cuyo caso regresará el priísmo a la Presidencia de la República. Pero también puede ser que el Presidente, además de capitalizar los programas sociales, use su poder para exhibir al PRI y a su candidato y que el PAN se mantenga en Los Pinos. E igualmente puede ser que el abanderado del PRD y su coalición se saque un as de la manga frente a los televidentes o que un eventual golpe de la justicia contra los priístas lo catapulte a Palacio Nacional. Todo es posible. No olvidemos que una cuarta parte del electorado está indeciso; esos votantes pueden irse con el band wagon effect, engrosar la abstención y el voto nulo, o voltear la elección.

Lo cierto es que las estrategias de las campañas son sintomáticas. Las encuestas suscitan dudas y descalificaciones, pero las declaraciones y la propaganda de los candidatos los delatan. Si Peña Quieto se vuelve más agresivo contra alguno de sus rivales querrá decir que sabe que lo están alcanzando, si Vázquez Trota ataca a la izquierda anunciará que la están rebasando, y si López Corredor baja su velocidad y se conforma con menos debates será una señal de que está repuntando. El que está cuidando su delantera y apenas se mueve trocará en frenético velocista si escucha la respiración de su perseguidor, y los que van a todo fuelle se cuidarán de no vaciarse si toman una buena ventaja. Es la racionalidad del maratón electoral, y los tres están instalados en ella. Por cierto, nosotros, los electores, deberíamos estar en la nuestra, analizando las trayectorias y las propuestas y no las imágenes y los dimes y diretes.

Pan y circo

Purificación Carpinteyro
pcarpinteyro@gmail.com
Reforma

¿Qué no se dan cuenta? ¿No pueden entender que el embate de las televisoras en contra de las decisiones del Instituto Federal Electoral es una agresión directa en contra de nuestra incipiente democracia? ¿Será que no tienen memoria o que prefieren olvidar el ataque sistemático de los poderosos grupos mediáticos en contra del IFE, o mejor dicho: en contra de las reformas electorales aprobadas por el Congreso, que cortaron de tajo la posibilidad de las televisoras de lucrar vergonzosamente con las campañas electorales como lo habían venido haciendo?

¿Acaso han caído en la trampa de la "verdad" según las televisoras, que tienen como objetivo desacreditar al único órgano del Estado capaz de meterlas en orden? El IFE, obligado a vigilar que los medios no reciban "gratificaciones" por coberturas especiales a determinados candidatos, y facultado para distribuir los espacios publicitarios para la transmisión de spots de campañas, es el enemigo a vencer por las televisoras. Para ellas es imprescindible desautorizarlo.

Lo han intentado a través de incontables recursos legales en contra de sus decisiones. Han pretendido revertir las reformas electorales, y para ello se han servido -o les han sido favorables- de las opiniones vertidas por muchos que han clamado en contra de dichas reformas como atentado a la libertad de expresión.

Han buscado librarse de sus obligaciones atreviéndose a hacer reformas a las reformas, como el dictamen que hace poco más de 15 días fue aprobado en apenas 10 minutos por el pleno de la Cámara de Diputados; iniciativa que seguramente habría sido enviada y aprobada por el Senado si no hubiese sido por la indignación generalizada que consiguió lo imposible: frenar la reforma. Así, en un insospechado revés para las televisoras, el mismo pleno de la Cámara baja ordenó no enviar la iniciativa al Senado por encontrar vicios de procedimientos y "dudas de constitucionalidad".

Y la más reciente afrenta, que no será la última: por un lado, la decisión del dueño de TV Azteca de no transmitir el debate de los candidatos a la Presidencia de la República, sino un partido de cuartos de final de la liguilla, entre los Tigres y el Morelia, equipo del que también es propietario; y por el otro, la decisión de Televisa de hacerlo en el Canal 5, de mucho menor alcance nacional.

Es pertinente aclarar que la fecha y la hora del debate fueron acordados por los representantes de los candidatos presidenciales y que, antes de que se definieran los equipos que disputarían la liguilla, el IFE informó del acuerdo a las televisoras y a la Federación Mexicana de Futbol, pidiendo valorar la posibilidad de no programar encuentros en ese poco habitual horario.

Y si bien nadie puede sentirse sorprendido de que el autor del "Chiquihuitazo" sea capaz de confrontar al Estado -utilizando para ello su control sobre concesiones de bienes de la nación-, sí asombra que existan quienes justifiquen esa posición bajo el argumento de que está en su derecho "empresarial".

Les quiero recordar que las señales que le permiten a ese "dueño" transmitir la programación de sus canales son concesionadas por el Estado y están sujetas a las condiciones establecidas en la Ley Federal de Radio y Televisión, que establece que "la radio y la televisión tienen la función de... fortalecer las convicciones democráticas..." (entre las que no se encuentran los partidos de futbol). Es cierto que la Secretaría de Gobernación podría obligar a las televisoras a "transmitir informaciones de trascendencia para la nación", pero encomendarse a ese santo no permite esperar ni un milagro: con las elecciones en puerta, no hay duda de que "su juicio" se verá obnubilado por el miedo a contrariar a los medios.

Pero hay más detrás de la decisión de TV Azteca o la de Televisa. El candidato puntero está seguro, promoviéndose a través de spots que apenas proyectan una imagen. Él o su equipo decidieron participar en apenas los dos debates organizados por el IFE, reduciendo al máximo el riesgo de verse confrontado con ideas y sin teleprompter. A los otros candidatos no les queda más que intentar exhibir la vacuidad y la falta de propuestas en esas dos únicas ocasiones.

Siendo uno de los dos únicos debates a los que todos los candidatos accedieron, es obvio que su transmisión con cobertura nacional no es un asunto frívolo que pueda ser definido en términos de rentabilidad para las televisoras: es una cuestión de interés y prioridad nacional. Esto es, a menos de que alguien se atreva a defender que el resultado del juego entre los Tigres y el Morelia lo es más. Para ellos sí, ni qué decir. Pan y circo para el pueblo.

Primer "spot" por el voto nulo

Héctor Aguilar Camín (@aguilarcamin)
acamin@milenio.com
Día con día
Milenio

En respuesta a mis consideraciones sobre el voto nulo (MILENIO, 24/4/12), me llegó por Twitter lo que el remitente llamó “el primer spot” favorable a esa causa.

Es un spot, en efecto, que razona el hartazgo de muchos contra la falta de identidad y el transfuguismo frecuente en los partidos políticos. La voz del spot despliega el argumento mientras en pantalla vemos la manipulación, por manos invisibles, de un cubo mágico de Rubik, ese prodigioso juguete hecho de cubitos cuadrados de distintos colores, pegados pero rotables, cuyo desafío para quien lo juega es poner las seis caras del cubo del mismo color.

Lograr esto implica muchos movimientos contraintuitivos, ajenos a la lógica lineal, de ida y de regreso, para lograr pequeños avances cuya acumulación final da los alineamientos de color buscado.

La voz femenina, joven, contenida y convincentemente airada, explica que queremos partidos limpios, claros, de ideología y programas discernibles, y políticos comprometidos con su identidad y no con el dinero. Mientras tanto, el cubo en la imagen va cambiando y capturando nuestra cabeza con el enigma de adónde va el argumento y en qué terminará la prolongada mezcla de colores que exhibe el cubo al cambiar.

El argumento termina en que queremos partidos de verdad y se los haremos sentir a los políticos votando nulo hasta que el rechazo ciudadano los transforme y los vuelva partidos verdaderos, no franquicias de políticos sin vergüenza ni convicciones.

No comparto el argumento de que votar nulo va a cambiar a los partidos, dignificándolos y purificándolos, pero el efecto del spot es hipnótico. Un ejemplo del mucho talento joven, imaginativo y convencido de su causa que hay en los votantes anulistas.

Este primer spot a favor del voto nulo me confirma la impresión de que el anulismo será un factor de importancia en la elección de julio.

Lo retuité no porque lo comparta, sino para que otros puedan hacer su propio juicio sobre los recursos de persuasión de que puede hacer gala la causa del voto nulo.

El spot en @anulomivoto y en http://ow.ly/aCct1.