junio 20, 2012

Economía, ¿qué tan mal?

Arturo Damm Arnal (@ArturoDammArnal)
arturodamm@prodigy.net.mx
La Crónica de Hoy

Parte de la propaganda de los candidatos del PRD y del PRI, tanto a la Presidencia de la República como al Congreso de la Unión, se basa en señalar los malos resultados obtenidos por el gobierno de Calderón en materia económica y prometen que, de ser electos, harán lo que se debe hacer para conseguir mejores logros. Tal es el caso, el más notorio de todos, de los candidatos priistas a la Cámara de Diputados y al Senado, quienes en su propaganda afirman, ignorando lo que sucede o mintiendo a sabiendas, que “la economía mexicana está detenida, que no crece y que no avanza…”, y que, para corregir esta situación, hay que votar por ellos, porque ellos llevarán a cabo las reformas estructurales indispensables para apuntalar la actividad económica en México (reformas a las que, dicho sea de paso, se opusieron los priistas de las dos últimas legislaturas). Desafortunadamente para ellos, y afortunadamente para el resto de nosotros, las cifras desmienten tan peregrina afirmación, mostrando que la actividad económica, comenzando por la producción de bienes y servicio —el Producto Interno Bruto—, y con ella la generación del ingreso, no está detenida, tal y como lo muestran las cifras del INEGI.

En el cuadro I tenemos el comportamiento del Producto Interno Bruto: en la segunda columna en términos anualizados (comparando cada uno de los trimestres con el mismo trimestre del año anterior) y en la tercera en términos trimestrales (comparando cada trimestre con el trimestre inmediatamente anterior), y se ve claramente la mejoría, en una variable, el PIB, que hace referencia, no sólo al aumento en la producción de bienes y servicios, con los que los consumidores satisfacen sus necesidades, sino también a la generación del ingreso, indispensable para poder adquirir esas mercancías.

Cuadro I

Periodo Anual Trimestral
IT, 2011 4.4% 0.5%
IIT, 2011 3.1% 0.4%
IIIT, 2011 4.3% 1.2%
IVT, 2011 3.9% 0.7%
IT, 2012 4.6% 1.3%

Fuente INEGI

Dadas las cifras del INEGI, referidas, nada más ni nada menos, que el PIB, la variable que mejor muestra el desempeño de una economía, ¿se puede afirmar, sin mala fe, que la economía mexicana está detenida, que no crece y que no avanza? No, no se puede, y sin embargo eso, nada más ni nada menos, es lo que afirman los priistas aspirantes al Congreso, y la pregunta es ¿por qué? Sólo hay dos respuestas posibles: por ignorantes o por mentirosos. ¿Cuál es la correcta?

Otra lectura del #YoSoy132

Mauricio Merino
Investigador del CIDE
El Universal

Necesitábamos aire fresco y los jóvenes del #YoSoy132 lo trajeron. Pero sería tan injusto como excesivo pedirles que, además de aire, nos traigan agendas completas, salidas de las trampas en las que hemos caído y respuestas a los problemas de México. Ni siquiera hace falta que se conviertan en un movimiento coherente ni, tampoco, que sus líderes se hagan próceres de la patria para que aprendamos a escuchar lo que nos están diciendo. Como todos nosotros, se estaban ahogando entre las aguas cerradas por las oligarquías y los oligopolios, cuando de repente encontraron un hueco para ayudarnos a respirar otra vez.

Están pidiendo libertad, conciencia y respeto. Y lo están pidiendo a través de los medios que ellos mismos controlan sin tener que pedir permiso ni subordinarse ante nadie. Usan las nuevas tecnologías de la comunicación como casa propia y —como sucedió antes en otros lugares del mundo— han encontrado ahí la eficacia, la transparencia y la rapidez que no les ofrece ningún otro espacio. Yo mismo, mientras escribo estas líneas destinadas a un diario de circulación nacional, me doy cuenta de las limitaciones del medio que empleo y me siento cohibido ante la potencia de las redes que utilizan los jóvenes. Éste es apenas un hilo frente al caudal de ese movimiento.

Escribo la palabra: jóvenes, porque no encuentro otra, pero el mensaje que leo entre sus voces me habla de una madurez envidiable. Son jóvenes porque nacieron mucho después que los viejos, pero no son porque les falte conciencia, ni porque necesiten más tiempo para hablarle al mundo que les rodea. No son la reencarnación del 68, ni la del 71, ni tampoco del CEU, ni del zapatismo, ni de ningún otro etcétera. No son lo que fuimos ni lo que quisimos ser. Estos jóvenes no están mirando hacia atrás para repetir las hazañas de los revolucionarios de ayer, ni están reivindicando el pasado que otros imaginamos, ni están repitiendo sin más las doctrinas que les dieron sus profesores (más o menos frustrados).

En todo caso, están hartos de la falta de respeto a su inteligencia; están hastiados de la manipulación mediática, de la falta de contenidos medianamente decentes en la televisión y la radio, del control obstinado de los partidos políticos, del cinismo de los políticos que creen que pueden engañar a cualquiera, de la falta de horizontes creíbles, de las explicaciones que no van a ningún lado. Se estaban ahogando, insisto, en el canon inútil de los lugares comunes hasta que un día, agraviados por la ofensa del descrédito y la trivialización de sus protestas legítimas, salieron espontáneamente a la calle para gritarnos que no sólo merecen respeto, sino para despertarnos a todos.

Es cierto que no tienen un programa político, ni han conseguido articular un liderazgo coherente, pero yo pienso que esas deficiencias son también otra forma de libertad, pues el programa, los líderes y las estrategias políticas pertenecen al mundo del que ellos abjuran; son las tercas reminiscencias de lo único que sabemos hacer: organizar programas políticos, designar líderes y crear conflictos. En cambio, ellos nos están proponiendo algo mucho más importante: crear conciencias, hacerlo mediante el diálogo abierto y pasar a la vita activa —como lo escribió alguna vez Hannah Arendt— en todos los planos y por todos los medios a nuestro alcance; nos están llamando a recuperar el espacio público que nos ha sido robado y a aprender a reclamar en voz alta cada vez que alguien quiera engañarnos, manipularnos y usarnos para sus fines privados. Estos jóvenes nos están enseñando a ser ciudadanos adultos.

Por supuesto que el #YoSoy132 también corre el riesgo de morirse de éxito, de ambición o de vanidad (Vanity: my favorite sin, diría el diablo), o de tropezar con los pies de quienes mueren de ganas de meterse a sus rutas y sacarles provecho. Nada en política cuenta con garantías de por vida. Pero yo agradezco, de veras, la lección que este movimiento está dando.

¿De qué tamaño será el conflicto poselectoral?

Leo Zuckermann (@leozuckermann)
Juegos de Poder
Excélsior

Pocas personas enojadas y radicalizadas pueden armar grandes desmanes dificilísimos de resolver, con peores consecuencias que en 2006.

Ayer, en el mercado de predicción de eventos de intrade.com se incrementaron los momios a favor de Peña: ahora tiene una probabilidad de 89% de ganar la elección presidencial, mientras que AMLO cayó a cinco por ciento y Josefina se mantuvo en tres por ciento. Este cambio seguramente tuvo que ver con la publicación de la encuesta de Reforma de ayer que, a diferencia de la pasada que era un outlier estadístico, ahora salió alineada a lo que reportan las otras encuestas serias. De acuerdo con este sondeo, Peña le lleva 12 puntos de ventaja a AMLO.

A diferencia de hace unos días cuando el tabasqueño presumió con bombo y platillos la encuesta de Reforma que lo ponía a cuatro puntos de distancia del priista, AMLO, fiel a su estilo de que cuando las cosas le convienen, las aplaude, pero cuando le son adversas, las repudia, procedió a cuestionar los resultados: “Algo pasó, se me hace muy raro porque siempre las encuestas de Reforma han estado apegadas a la realidad. En esta ocasión no corresponde con la información que yo tengo […] Las otras encuestas evidentemente están manipuladas, Reforma no manipula encuestas. Yo creo que aquí lo que pasó es que hay un error. Nosotros seguimos arriba”.

No sé de dónde saca AMLO que él va arriba cuando todas y cada una de las encuestas publicadas lo ponen abajo. Pero el tema no es éste.

El tema es qué hará AMLO a partir del 1 de julio por la noche, cuando se conozca que perdió. Fiel a su estilo, desconocerá el resultado de la elección, procederá a un conflicto poselectoral y negará la legitimidad del nuevo presidente. Es lo mismo que ha hecho siempre que ha perdido una elección.

Ya está preparando el terreno desde ahora. Cada vez insiste más en la posibilidad de un fraude electoral, aunque también dice que va a ganar. Ayer volvió a cuestionar la limpieza en los comicios: “Se reunieron gobernadores del PRI con Peña Nieto, en el nerviosismo ya les asignaron cuotas de votos […] Ahora están ya desatados, entregando despensas, materiales de construcción, chivos, borregos, marranos, cochinos, puercos, entregando tarjetas para engañar como siempre lo hacen, no les va a funcionar”. Y remató: “El voto es libre y es secreto, ahorita están diciendo: ‘les vamos a dar un celular y van a tachar por el PRI, y toman la foto y me traen la foto y ahí están sus mil pesos’, eso es lo que andan diciendo”.

Si esto es verdad, los partidos que apoyan a AMLO y su movimiento (Morena) tienen los recursos para desenmascarar esta presunta compra de votos.

Deben hacerlo porque el que acusa tiene que probar y presentar las pruebas a las autoridades, para que sean castigados aquéllos que violan la ley.

Pero volvamos al asunto del conflicto poselectoral. ¿De qué tamaño será?

Hay quienes piensan que, con una gran diferencia de votos entre primero y segundo lugar, más la aceptación de la derrota del tercer candidato en la competencia, no van a existir muchos argumentos para un conflicto poselectoral mayor. Quizás. Pero hay otro escenario: que, ante la evidencia de una nueva derrota de AMLO, esta vez contundente, y la lección de que la radicalización tiene costos en el electorado, la izquierda más moderada decida no seguir a AMLO en esta ocasión. Esto en principio podría ser una buena noticia. Pero también podría complicar mucho las cosas. Porque, ya sin los elementos centristas dentro del lopezobradorismo, el conflicto poselectoral del 2012 podría ser aún más radical que en 2006, sobre todo si se le suma, como reportó ayer Excélsior, un movimiento de estudiantes decepcionados porque no fueron aceptados en una universidad pública.

Se trata de un potencial caldo de cultivo que podría generar un conflicto poselectoral con peores consecuencias que en 2006. No se trata del número de personas dispuestas a seguir a AMLO, que en esta ocasión podrían ser menos, pero más radicales. Y ese es el problema. Porque pocas personas enojadas y radicalizadas pueden armar grandes desmanes dificilísimos de resolver.

La creencia supersticiosa en el “fraude”

Román Revueltas Retes
revueltas@mac.com
Interludio
Milenio

Ya estamos en la recta final de la campaña hacia la presidencia y los números no han cambiado sustancialmente. Se me ocurrió decir a mí, luego del segundo debate escenificado por los aspirantes presidenciales, que no habría mayores cambios en las preferencias. Pues, mira, me funcionó mi bola de cristal. Y, con perdón, así llegaremos, creo, al 1º de julio.

Pero hay gente que no hay manera que te crea que las encuestas son de fiar, que no están “cuchareadas” y que el “fraude” no sólo es inevitable sino que ya está perfectamente cocinado. Y sí, hay también personas que no se tragan, a estas alturas todavía, que los estadounidenses hayan pisado la superficie de la Luna y que imaginan un mundo hecho de conspiraciones, componendas y complots. Es una visión supersticiosa de las cosas muy difícil de rebatir porque, al igual que la fe que alimenta las creencias religiosas, no se sustenta en las pruebas ni en la razón ni en los hechos comprobables sino en una certidumbre tan interna y personal como invulnerable a la lógica.

Muchos católicos mexicanos no se toman a la letra los textos sagrados pero en un país como Estados Unidos (de América) hay todo un movimiento, promovido por la derecha religiosa, que propugna el llamado “creacionismo”, es decir, una perspectiva del mundo basada en la estricta y literal interpretación de las Escrituras. Según ellos, esta doctrina tendría que ser también sustento de la enseñanza ofrecida en las escuelas públicas; así, la teoría de Darwin y la historia conocida de la humanidad debieran ser desechadas para dar paso a los sucesos bíblicos como explicación de nuestra realidad (por cierto, sería muy útil para nosotros, en estas épocas de precariedad, saber cómo logró Noé amontonar a todas las especies del planeta en su arca y cómo hizo Jonás para sobrevivir en la panza de una ballena).

Pues bien, ya pueden especialistas y personas perfectamente honorables venir y decir que no habrá fraude que siempre se encontrarán con los supersticiosos de turno. Qué le vamos a hacer...